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sábado, 25 de enero de 2014

Capítulo 24. Me alegra que estés aquí conmigo.

Kiara.

-¡Esto es hermoso!-pensé en voz alta, mientras saltaba del asiento del coche, viendo todo el lugar donde nos encontrábamos.
Yulem había aparcado el coche justo al lado de una casa bastante bonita, rodeada de palmeras que se alzaban a ambos lados del lugar.
-Me alegro de que te guste, princesa-susurró él apareciendo de golpe detrás de mí, rodeándome con sus fuerte brazos y posando su cabeza sobre mi hombro.
-Claro que me gusta, esto es precioso-murmuré mirando la casa con una sonrisa.
-Tú eres preciosa cuando sonríes-susurró, haciendo que mis mejillas tomara un color rosado.
-Gracias...-farfullé muerta de vergüenza.
El se rió a carcajadas antes de besar mi mejilla de un modo muy tierno, sin dejar de sonreír.
-¿Te gusta el mar?-preguntó.
-¡Pues claro que sí! ¡Me encanta!-contesté entusiasmada.
-Pues mira-susurró antes de hacer que me girara, mirándolo a él. Entonces me di cuenta de la playa que estaba de fondo, con las olas chocando contra las piedras de un lado del lugar, produciendo un ruido que amaba y me calmaba.
Abrí los ojos de golpe antes de comenzar a reír, abalanzándome a los brazos de Yulem quien me miraba con una sonrisa, antes de contestar al abrazo.
-¡Gracias! ¡Gracias!-grité abrazándolo fuertemente, comenzando a caminar sin soltarnos, hasta que tropecé y caí al suelo, con él encima de mí.
Suerte que había aterrizado sobre la hierba que rodeaba la casa y no me había hecho mucho daño.
-Lo siento-susurré viendo como él se apoyaba en su codo, mirándome.
A veces era bastante patosa, aunque esta vez lo agradecía. Tenía a Yulem observándome encima de mí, sus ojos verdes como dos esmeraldas brillaban con felicidad. Era un momento hermoso.
-No pasa nada, princesa. Me gusta tu entusiasmo-susurró antes de apartar un mechón de mi cabello.
Sonreí tímidamente sin contestar, la vergüenza seguía presente y no sabía que responder a eso. Pero no hizo falta que dijera nada, pues él me sonrió de nuevo antes de acercarse sin dejar de mirarme a los ojos, cerrándolos mientras juntaba nuestros labios en un hermoso beso que yo correspondí.


-Gracias por todo esto, Yulem-susurré mientras salía de nuestro cuarto, que compartiríamos al ser el único en la casa.
-Te mereces esto y mucho más. ¿Te apetece ir de compras? Tenemos todo el dinero del mundo-dijo guiñándome un ojo antes de tirar de mi brazo, entrelazando nuestras manos mientras salíamos por la puerta de la casa.
Sonreí acurrucándome contra el costado de Yulem, mientras éste pasaba su brazo por mis hombros, caminando a mi lado. Se sentía bien estar a su lado. Pasamos por varias tiendas, entrando en ellas y comprando cualquier tontería que veíamos, entre risotadas y carcajadas, felices.
Después de aproximadamente media hora de tienda en tienda, yo seguía entusiasmada tirando del brazo de Yulem para entrar en cualquier lugar que encontraba.
-¡Vamos!-animé girándome para ver a Yulem con una sonrisa mientras yo caminaba de espaldas, tirando de su mano para que caminase mas rápido.
-Ya voy, ya vooy-rió él mientras comenzaba a andar más rápido hasta llegar a mi altura.
Sonreí como una niña pequeña cuando le daban un regalo, dando pequeños saltitos.
-Al parecer acerté al traerte aquí-dijo Yulem mirándome mientras reía a carcajadas.
Paré de saltar muerta de vergüenza mientras mis mejillas comenzaban a volverse rojas.
-Eres adorable-susurró él antes de abrazarme.
Me acurruqué contra su pecho mientras contestaba a su abrazo, escondiendo mi cabeza en su cuello, respirando su aroma, notando el ritmo constante y acelerado de su corazón.
En cuanto nos se paramos, eché en falta el calor que me proporcionaba, pero pronto él agarró mi mano, comenzando a caminar.
-Ve y compra unos helados para los dos, ¿sí?-murmuró antes de besar mi mejilla-. Yo voy a comprarle un recuerdo a mi hermano, ya vuelvo.
Asentí antes de girarme, comenzando a caminar hacia el puesto de helados que había al lado de un pequeño parque.
Cuando llegué al pequeño y bonito puesto, sonreí al hombre que se encontraba detrás de éste. Tenía un aspecto cariñoso, con unos ojos marrones chocolate y un bigote negro, al igual que su pelo.
-Buenos días señorita-me saludó el hombre.
-Buenos días-contesté.
-¿Qué desea?
-Quiero...un helado de nata y vainilla, y otro de...-me paré de golpe a no saber qué comprarle a Yulem-. Vainilla y chocolate-susurré.
-Muy bien. ¿Tarrina o cucurucho?-preguntó él.
-Tarrina-contesté mirando hacia donde se había marchado Yulem, buscándolo con la mirada.
-Muy bien, aquí tienes-respondió el hombre pasándome los dos helados, sin dejar de sonreír en ningún momento..
Sonriendo, le pagué y comencé a caminar hacia el parque con los helados en las manos.
-Hola-susurraron tras mi espalda, haciendo que pegara un pequeño salto y dejara salir un chillido de mi boca.
-¡Yulem, estúpido! ¡Valla susto me has dado!-grité cuando él se rió, apareciendo en mi campo de visión.
-Lo siento-susurró con una sonrisa, haciendo que nos sentáramos ambos sobre la hierba del parque.
-Toma, este es el tuyo-susurré, pasándole su helado, nerviosa porque no le gustara el que había elegido para él..
-Es... ¿de vainilla y chocolate?-preguntó mirándome, yo asentí-. ¡Bien! Ese es mi favorito-sonrió mientras yo soltaba un suspiro de alivio.
-Me alegra oír eso- contesté, quitándome un gran peso de encima.
-A mi me alegra que estés aquí conmigo. Gracias- susurró antes de comenzar a comer el helado. 

1 comentario:

  1. Hola, cielo :D

    Me ha encantado lo romántico que ha sido este capítulo!! Mi parte favorita es cuando caen al suelo los dos, él encima de ella, y la besa!!! Qué precioso ha sido. Me gustaría que esa escena me ocurriese a mí con mi novio.

    Por otra parte, he de decirte que me ha parecido muy gracioso que ella acertase con el helado. Es complicado acertar si no se sabe de los gustos de los otros, pero alegra mucho que las cosas que hacemos por los demás les saquen una bonita sonrisa.

    Te mando un besito enorme. Espero con muchas ganas saber cómo continúa todo.

    Dulce Amor <3

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