Translate

domingo, 29 de septiembre de 2013

Capítulo 12. Enamorada

Kiara.

-¡Vamos!-me animó Ane mientras ella bailaba- ¡Ven!
-¡No!-grité yo. El ruído de la música me impedía escucharla claramente- ¡No voy a bailar!
-Oh, ¡venga!-contestó ella con su sonrisa mientras se acercaba a mí-. ¡Nos divertiremos!
-¡Sabes que bailo de pena!-respondí viendo como ella tiraba de mi brazo.
-¡Pero qué mentirosa que eres! ¡Si bailas genial!
Acabé sonriendo. Solo ella sabía como engatusarme para acabar haciendo lo que quería. Me acerqué a Ane quien sonrió triunfal mientras yo comenzaba a bailar entre risas.
Pasamos un buen rato bailando y riendo en el salón de nuestra casa, peleándonos por las canciones que queríamos poner.
Cuando comenzó a sonar Mirrors, de Justin Timberlake, caimos rendidas en el sofá riendo.
-Y dime, Ane. ¿Qué hicisteis cuando os quedasteis solos?-cuestioné riendo mientras ella se ruborizaba.
-¡No hicimos nada! Solo hablamos. Y bueno...
-¿Qué? ¿¡Te besó?!-pregunté impaciente.
-No, no. Ya me gustaría a mí que me besase....Él me hizo sentarme en su regazo. Y, ¿sabes qué? Él es tan mono... ¡Y tan lindo! Estuvimos conociéndonos, aunque no me acuerdo mucho de lo que me contó...lo tenía tan cerca que no podía concentrarme en qué era lo que él me decía. Tiene una sonrisa preciosa. Aunque creo que se averguenza un poco por sus dientes torcidos e intenta esconderlos la mayor parte de las veces, pero su sonrisa es preciosa. Y cuando ríe...es indescriptible...Sus ojos brillan de felicidad y su voz suena por toda la habitación. Tiene una risa super ruidosa y encantadora a la vez-dijo ella con una sonrisa encantadora.
-¿Ane?-pregunté viendo como ella miraba el techo suspirando con su sonrisa de tonta enamorada.
-¿Qué?-contestó ella cuando la saqué de su mundo Vicklandia.
-¿Te estás dando cuenta de lo que te está pasando?-cuestioné mirándola fijamente con una sonrisa.
-¿Qué me pasa?-preguntó ella confusa con el ceño fruncido.
-Estas enamorada de Vick-respondí segura de mis palabras.
Ella agachó la cabeza hasta mirar el suelo sonriendo antes de levantarla de nuevo para quedar mirándome.
-¿Sabes? Tienes razón y esta vez no te lo voy a negar. Estoy enamorada de Vick.
Chillé feliz antes de abrazarla riendo fuertemente contenta al fin de que encontrase el amor.
Ella era una chica bastante tímida y a la vez preciosa. Tenía a algún chico detrás de ella, pero Ane era algo insegura con sus sentimientos y se negaba a aceptar que le gustaba alguien. Ella tenía miedo de salir mal parada, con el corazón partido en dos.
Pero algo había cambiado con Vick. Ahora era más segura y sin miedo de enamorarse. Ese chico le había dado fuerte.
-Bueno, ¿y vosotros que hiciesteis?-preguntó ella riendo cuando la solté.
-No mucho, la verdad-respondí sonriendo mientras recordaba la magnífica tarde con Yulem-. Estuvimos en el jardin, yo sentada en su regazo bajo un árbol mientras él me abrazaba-decidí no contar la parte de la nieve, aún no sabía como había ocurrido.
-Awww. ¡Pero que lindos!-respondió ella mientras yo me ruborizaba-. Te gusta, ¡ehh!
-¿Qué?-contesté yo-. No.  No no no no.
-Oh venga, ¡no lo niegues!-insistió ella.
-Ane. A mi no me gusta...solo me atrae físicamente-admití.
-Claro, claro-murmuró ella no muy convencida.
-¡De verdad! Además, ahora lo importante eres tú y Vick-respondí riendo.
-¿Crees que volveremos a verlos?-preguntó después de varios minutos en silencio.
-Bueno...no lo sé. No tenemos sus números y no saben donde vivimos...
-Kiara, yo..-susurró ella mirando al suelo.
-¿Tú que?-exigí.
-Él si tiene mi número...
-¿¡Tiene tu número?!-pregunté ilusionada.
-Si. Y Yulem el tuyo...-mascuyó.
-Espera, ¿¡QUÉ?!-chillé con los ojos abiertos como platos.
-Cuando fuistes al baño, en la peli, antes de sentarte en su regazo. Él aprovechó para pedirme tu número y claro, como sé que eres demasiado tímida como para dárselo tú....se lo dije.
-Dios mío....no sé si matarte, abrazarte, o pedirte que te cases conmigo-contesté viendo como ella reía.
Seguimos hablando y contándonos cosas todo el resto de la tarde hasta caer la noche.
Juntas preparamos algo para cenar y, después de sentaros ambas en el sofá, comenzamos a comer mientras veíamos la tele.
-Ane, son las once de la noche. Me voy a dormir, ¿vale?
-¿Eh?-murmuró ella desviando la mirada brevemente del televisor.
-Que me voy a dormir-repetí observando como ella se levantaba del sofá y dejaba su plato en la mesita.
-Buenas noches reina-murmuró abrazándome.
-Buenas noches princesa, te quiero-susurré antes de besar su mejilla y subir las escaleras hasta mi habitación.
Cuando llegué al dormitorio, busqué a mi derecha en el armario con puertas deslizantes de cristal mi pijama rojo corto y me metí en la cama, cojiendo una foto de la mesilla que estaba junto a esta.
-Buenas noches, mamá-susurré acariciando el marco de la fotografía.
En ella salía mi madre conmigo en su regazo, las dos sonriendo felices rodeadas de árboles. Era la única foto que teníamos las dos juntas en el bosque.
Sonreí tristemente antes de dejar la foto en su sitio.
Cuando estaba a punto de girarme dispuesta a dormirme, un sonido del móvil me alertó de que alguien me había mandado un mensaje.
Lo cojí rápidamente para ver de un número desconocido un mensaje que me sacó una sonrisa.
"Buenas noches, Kiara. Que duermas bien, y descansa. Yulem"
"Buenas noches, Yulem. Que descanses, y dulces sueños" contesté antes de posar el móvil en la mesilla y dormirme porfundamente con una sonrisa.

sábado, 28 de septiembre de 2013

Capítulo 11. Por ellos.

Yulem.

-Vick-lo llamé.
El bosque se alzaba imponente ante nuestros rostros, con sus altos árboles y su maleza, toda repleta de verde.
-Vamos allá-suspiró mi hermano, colocándose de nuevo la mochila mientras comenzaba a caminar hacia el bosque.
-Espera-dije antes de alcanzarlo y posar mi mano en su hombro-. Déjame ir a mi primero-añadí.
Él me observó y asintió comprendiendo que estaba en una de esas veces donde quería protegerlo de todo lo malo que le podía pasar.
Desde que nuestros padres habían muerto, yo sentí la necesidad de cuidar a mi hermano pequeño. Aunque fuese por unos minutos, el era el pequeño e indefenso Vick,y no quería que nada malo le pasase, quería protegerlo ante todo y todos porque apesar de todas nuestras peleas tontas, burlas, e idioteces, lo quería y era demasiado importante para mi como para perderlo a él también, y Vick lo comprendía perfectamente, porque yo sabía perfectamente que si él fuese el mayor, hubiese hecho lo mismo.
Me adentré en el bosque sin saber muy bien que camino tomar. La maleza era bastante espesa, impidiendo que abanzáramos a un buen ritmo, entorpeciéndonos mientras el silencio se hizo presente ante nosotros.
Caminamos un buen rato por el bosque con el sonido de nuestros pasos de fondo, mientras cada uno estaba enfrascado en sus pensamientos.
-Yulem-dijo mi hermano al cabo de un rato.
Me giré procupado por que le hubiera pasado algo malo, pero solo lo vi mirarme fijamente antes de que se abalanzara sobre mi en un abrazo.
-Gracias por cuidar de mi-susurró sin soltarme.
Respondí a su abrazo sorprendiéndome de lo que acababa de ocurrir. Hacía años que no habíamos hecho algo tan simple como abrazarnos, ni hablar sobre nuestros sentimientos y pensamientos.
-No debes de darme las gracias, Vick. Eres mi hermano, por nada del mundo permitiría que te ocurriese algo a ti también-respondí en un susurro sin separarme de él.
-Eres un gran hermano, Yulem-murmuró el separándose-. Aunque no te lo diga muy a menudo-dijo soltando una sonrisa-,eres el mejor hermano que nadie pudiese tener.
-Oh venga, no te pongas cursi ahora-bromeé mientras reía.
Vick sonrió agachando la cabeza. Al levantarla, su ronstro se veía serio y paré mi risa de golpe.
-Papá y mamá estarían orgullosos de ti-contestó mirándome a los ojos.
-Y de ti tambien, Vick. Y de ti tambien-susurré sin dejar de mirarlo a los ojos.

Vick se sentó en una de las piedras del pequeño descampado donde nos encontrábamos. Le seguí, hasta posar la mochila en el suelo y sentarme en otra piedra.
Observé a mi hermano cerrar los ojos, antes de comenzar a susurrar una melodía, que reconocí al momento. Él comenzó a cantarla, y yo le seguí.
" Llorando los niños duermen. La cuna vieja se mueve. Con la historia de los duendes de la luz.
Si el niño llora, todo se para.
Pero si el sonríe, la luz brilla.
Sólo hay que pensar que todo va a cambiar. Que la libertad está en el corazón.
Cuando un niño llora es cuando más sueños aparecen, en su interior. Sólo hay que verlos para iluminarlos.
Los niños lloran, la luna brilla, con el blanco roto de la villa.
Hay que conseguir que el niño pare, pero eso sólo, sólo puede hacerlo su madre.
Mis niños duermen con la luna, sus sueños parecen felices, ya que ninguno llora.
Mis niños sonríen para que su madre, dormir tranquila, una noche más, pueda y ella misma pueda soñar"
Terminamos la canción, ambos con los ojos cerrados recordando el momento en el que nuestra madre nos la cantaba. Ella tenía un don para eso, su voz era hermosa y ella siempre estaba cantando, o murmurando canciones.
Recordé que ella siempre nos la cantaba cuando estábamos tristes o cuando no podíamos dormir. Era una canción que me recordaba a nuestro mundo, a Lumix, a nuestra madre. Ella era una gran persona que no se merecía una muerte tan cruel. Siempre llena de alegría y cantando, era una persona que con solo verla te alegraba. Ella era nuestra madre, ahora muerta.
Me acerqué a mi hermano que sonreía tristemente. Al llegar a su lado, estiré mi brazo mirándolo y, cuando él agarró mi mano, tiré de él hasta levantarlo.
Lo abracé con fuerza, sientiendo como sus brazos me rodeaban y reposaba su cabeza en mi hombro.
Su cuerpo tembló un momento antes de sentir un escalofrío recorría el mio.
Escuché un sollozo proveniente de Vick y aferré mis brazos más fuerte sobre él.
Hechábamos de menos a nuestros padres. Ellos eran demasiado importantes para nosotros, y ahora que no estaban a nuestro lado nos hacían muchísima falta.
No éramos tan fuertes como aparentábamos. Éramos seres débiles, no podíamos aguantar mucho más así. Ellos nos hacían demasiada falta, eran muy importantes para nosotros.
Había escuchado muchos días los sollozos de mi hermano encerrado en su habitación, y siempre reprimía los impulsos  de correr hasta él y abrazarlo intentando que se calmara. No soportaba ver a mi hermano sufrir, era algo que me superaba.
Pero yo no estaba mucho mejor. No lloraba, pues tenía que ser fuerte por y para mi hermano, para poder cuidarlo.
Pero esa vez no pude aguantarlo más, y mientras una lágrima recorría mi cara, juré que vengaría la muerte de mis padres.
Por ellos, esas magníficas personas que habían dado su vida por nosotros. Por ellos, iba a seguir adelante junto a mi hermano. Solo por ellos.
-Vamos, Vick-susurré-.Tenemos que ser fuertes. Seguir adelante.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Capítulo 10. La canción.

Silene

-¡Silene!-escuché detrás de mí.
Giré mi columpio hasta ver a Derek acercarse con su tímida y bonita sonrisa. Me encantaba esa sonrisa. Era él, el Derek de verdad, sin niguna fachada tras cual esconderse.
-Hola- murmuré abrazándolo cuando llegó hasta mi.
-Me alegro de volver a verte-sonrió antes de sentarse en el otro asiento vacío.
-Este lugar es precioso, me gusta estar aquí- respondí mirándolo.
Derek sonrió asintiendo antes de alargar su mano, encontrando la mía, hasta entrelazar nuestros dedos.
Su mano se sentía cálida y suave a diferencia de la mía, que estaba conjelada. Acariciaba con su pulgar mis nudillos, sin dejar de sonreír en ningún momento. Lo observé fijamente mientras él apartó su vista hasta mirar al frente.
Apreté su mano sonriendo, sin dejar de mirarlo mientras Derek observaba el árbol.
La calma y la paz nos envolvió lentamente mientras estábamos los dos solos en ese pequeño parque, sin hacer absolutamente nada, aparte de agarrar nuestras manos.
Sorprendentemente, me di de cuenta de lo segura que me sentía al lado de Derek. Él era verdaderamente un gran chico, y me encantaba pasar tiempo con él. Era muy dulce y tierno, todo un chico perfecto, aunque tenía sus inseguridades, que hacían ver su parte donde expresaba su miedo a ser rechazado. Era como un niño pequeño con miedo de una tormenta, encerrado en su cuarto sin querer salir, escondiéndose de sus miedos e inseguridades.

-Quiero enseñarte una cosa- murmuró al poco rato. No nos habíamos movido en todo el rato que había pasado.
Él se volvió para mirarme con nerviosismo.
-Claro-acepté sin dejar de sonreírle mientras el se levantaba, sin separar nuestras manos, y se colocaba delanté de mi.
-Ven-susurró, tirando de mi mano hasta levantarme.
Caminamos los dos juntos con nuestras manos entrelazadas. Posé mi cabeza en su hombro, mientras él sonreía y con su brazo rodeó mi cuello, sin soltar nuestras manos. Levanté mi vista para verlo con su sonrisa mas sincera, sus ojos brillando de felicidad, era hermoso.
Seguimos paseando hasta llegar a una pequeña casa blanca con el tejado rojo, donde supuse que él vivía.
-Pasa-murmuró él cuando abrió la puerta.
-Gracias- contesté sonriendo mientras entraba.
Pasé a un pequeño pasillo con las paredes en blanco, con detalles en varios colores y muebles de madera bastantes bonitos.
-Mamá-dijo Derek cerrando la puerta y avanzando por la entrada-.¿Estás en casa?
-Estoy aquí- contestó una voz femenina en alguna habitación de la casa.
Él sonrió mientras agarró de nuevo mi mano tirando para que lo siguiera, hasta llegar a una cocina donde una mujer de pelo largo, liso y negro como el carbón cocinaba de espaldas a nosotros.
-Mamá...-murmuró Derek.
La mujer se giró rápidamente y sonrió al vernos. No era muy alta, sino mas pequeña que yo. Tenía los mismos ojos que su hijo y una sonrisa muy bonita.
-¡Hola!-saludó mientras se acercaba hasta nosotros y me abrazaba fuertemente-.¿Quién es esta señorita tan bonita?-preguntó sonriendo al soltarme, mientras posaba sus manos en mis hombros.
-Es mi amiga, Silene-contestó Derek mientras sonreía hacia nosotras.
-Amiga, ¿eh?-dijo mirándonos con picardía mientras yo soltaba una carcajada, dándome de cuenta de que ella pensaba que éramos pareja.
-Si, señora, solo amiga-respondí sonriéndole.
-¿Como que señora?- reprendió ella-. Nada de eso, que no soy tan vieja, llámame Dionaris, linda.
-Por supuesto, Dionaris.
Sonreí mientras vi como Derek nos miraba con ternura y cariño, como si fuésemos lo más importante para él. Y eso me conmovió, me decaté del todo el amor que Derek radiaba. Él amaba a su madre, y me quería, éramos su único apollo en esos momentos.
-¿Vamos?-preguntó cuando se dio de cuenta de que lo observaba.
-Claro-contesté con una sonrisa caminando detras de él, subiendo unas escaleras.
Pasamos por varias puertas hasta llegar a una, casi al fondo del estrecho pero largo pasillo.
-Es esta, pasa-murmuró mientras habría la puerta y se apartaba dejándome espacio para entrar.
Dentro había una habitación, con las paredes pintadas de azul eléctrico, una cama de gran tamaño justo en el medio de la habitación, sus muebles y un escritorio caoba. Lo que más me llamó eso fue su ventana, por la cual se veía el parque con el árbol y los columpios.
Seguí inspecionando el dormitorio hasta que observé una foto que me impresionó. En ella salían un niño pequeño, rondando los 5 años, agarrando la mano de un hombre con una bata de hospital, mucho más mayor que el niño, posiblemente su padre.
El pequeño era muy bonito, con su pelo negro tan largo que le tapaban parte de sus ojitos azules, aunque miraba al hombre situado a su lado, como si estuviese dándole ánimos con su radiante sonrisa.
En cambio, el hombre tenía el pelo castaño, con algunas canas, sus ojos verdes miraban la cámara con tristeza y sonreía tristemente.
-Es mi padre-susurró Derek detrás de mi-. Tres días después de hacer esa foto, él...murió.
Me giré velozmente para vez a Derek, quien miraba la foto con cariño y  tristeza gravado en sus ojos azules. Lo abracé fuerte, sin querer soltarlo nunca, mientras pensaba.
Él era un gran chico, una persona increhíblemente buena y cariñosa, amable, respetuosa, pero en cambio, la vida no le sonreía precisamente. Con sus inseguridades a ser rechazado como realmente era en el instituto, su padre fallecido y la chica que quería, que aparentemente le odia, no estaba pasando precisamente por su mejor momento. Derek no se merecía para nada eso, era una gran persona.

-Venga, inténtalo-me animó Derek.
-No, no. Quiero que toques tú de nuevo, la guitarra no es lo mio-contesté.
-Venga, anda. Yo ya toqué varias canciones, ahora te toca a tí- suplicó él estendiendo su guitarra mientras hacía un puchero.
Habían pasado unas cuantas horas desde que había llegado a su casa. Él tenía su guitarra aquí. Según me había contado, tenía dos. Una la guardada en el instituto, y esta, que tenía en casa para practicar.
-Bueno, vale. Pero yo no sé como es esto-respondí cediendo ante su sonrisa, mientras él reía y me pasaba su guitarra.
-Te enseño, no te preocupes-dijo mientras se acercaba a mí.
-Es bonita-comenté mientras miraba la guitarra.
Estaba pintada de un blanco impecable, sin ningun rallazo o golpe visible. Tenía unas letras escritas en negro, en una esquina de la guitarra.
"Para que te acuerdes de mí" ponía. Y debajo, una firma con el nombre de Amy.
Volteé la cabeza para ver a Derek, que estaba a mi lado mirándome con una sonrisa triste.
-¿Te la regaló ella?-murmuré mirando sus ojos azules.
-Fue mi regalo de cumpleaños, esta guitarra es muy especial para mi-susurró mirándola, mientras pasaba su mano hasta posarla sobe la firma de ella, su brazo rodeando mi lado izquierdo.
-Eso es muy bonito-respondí mirando su mano acariciando la guitarra.
-Si...supongo..
-Bueno, ¿me enseñas a tocar?-pregunté sonriéndole, haciendo que su cara se iluminara de felicidad antes de ponerme en sus piernas, con mi espalda chocando contra su pecho.
Sus manos agarraron la mía, con nuestros dedos rozándose.
Él los guió hasta comenzar una bonita melodía, que a la vez la tocaba yo.
Sentí su aliento chocar con mi oreja, antes de escucharlo susurrar la letra de la canción, una canción donde expresaba todo sus sentimientos hacia aquella chica que había perdido.

"Llorar no vale la pena, pero si lo tengo que hacer por ti lo haré. 
Una amistad como el cielo, así te quiero, pero no te tengo...
Es triste imaginar, que antes tenía una posibilidad. 
Ahora sólo me queda la esperanza de que vuelvas a mi lado para caminar..."

domingo, 1 de septiembre de 2013

Capítulo 9. Xavier.

Kiara.

-Yo apuesto a que acabarán juntos-escuché la débil voz de Vick susurrándole al oído a Ane, quien se giró para vernos y sonrió.
-Mira quien fue a hablar, listillo- respondió Yulem sin dejar de abrazarme, sonriendo a pesar de todo.
-Já, pero no dijiste lo contrario-sonrió Vikc, triunfante.
Noté como la mano de Yulem, que anteriormente acariciaba mi espalda se paraba de golpe y como se ponía tenso, pero después de unos segundos, la mano volvió a acariciarme y él se calmó.
-Tú tampoco-contestó Yulem.
Los dos se quedaron en silencio y volvieron su vista a la película que tanto me aterrorizaba.
-¿Siempre sois así?- susurré contra el pecho de él, sin moverme.
-Gran mayoría de las veces-contestó Yulem.
-Pues no deberíais. Tendrías que llevaros mejor. Imagina que algo le pasara a tu hermano mañana...-contesté estremeciéndome al recordar a Xavier.
-Oye, ¿estás bien?-preguntó él, su voz teñida de preocupación.
-Si, solo es que tengo un poco de frío...-respondí sonriendo débilmente para que no se preocupara.
Él me miró extraño, sabiendo que estaba ocultando algo, pero no preguntó mas, cosa que agradecí mucho.  En cambio, solo me pegó más a él, haciendo que me sentara encima de sus piernas, de lado. Me acurruqué mejor contra Yulem y cerré los ojos, comenzando a recordar aquel día tan desastroso...

Caminaba con mis padres por una calle desierta, de vuelta a casa después de un bonito día en la feria. Llevaba fuertemente agarrada la mano de mi hermano pequeño, Xavier, que saltaba y caminaba con una sonrisa hablando sobre el magnífico día que habíamos tenido.
Seguimos caminando, hablando de todo lo que habíamos hecho todos juntos, como una familia normal, pero en un momento dado, unas sombras pasaron al lado nuestra y las luces que nos rodeaban se apagaron de golpe.
Mis padres dejaron de sonreir de golpe, se pusieron tensos y nos rodearon, intentando salvarnos de aquellas personas, y entonces lo comprendí: venían a atraparnos.
Xavier se acurrucó contra mí, mirando la escena con miedo, sin soltarme en nigún momento.
-Kiara-susurró mi madre que estaba delante mía-. Cuando te diga, saldrás corriendo con tu hermano, no mires atrás, solo corre.
-¡No!-respondí con el mismo tono-. No voy a dejaros a vosotros aqui. Podemos luchar...
-Kiara, no. No insistas. Son demasiados. Coje a tu hermano y corre, no importa lo que nos pase. Tú solo sálvate-siseó mi madre.
-Pero no puedo dejaros, sois mis padres...
-Te amo, pequeña. Pero por favor, haznos caso, sálvate-ella me sonrió debilmente-. Cuando te diga, tú corre.
Yo asentí, sabía que no había otro remedio. A pesar de no querer separarme de mis padres, cojí a mi hermano y le sonreí, intentando calmarlos.
-Xavier-susurré mirándolo-. Vamos a hacer una cosa. Tenemos que correr, mucho, ¿vale? No te preocupes, no va a pasar nada. Tú no te sueltes de mi mano y corre-él solo asintió.
Me volví hacia mi padre y vi como él asentía y susurraba un "Os amo". Supe que ellos no tenían la esperanza de volver a vernos. Respondí a mi padre de la misma manera y vi a mi madre mirarnos fijamente.
-Preparada, ¿cariño?-preguntó.
Yo asentí, viendo como mi madre me miraba con ternura, con dulzura antes de volver la vista hacia las sombras.
-¡CORRE!-gritó e hice lo que dijo.
Agarré fuertemente la mano de mi hermano y comenzamos a correr sin mirar atrás, como habían dicho.
Después, noté como Xavier comenzaba a cansarse y paré unos segundos para levantarlo y llevarlo a caballito, comenzando a correr de nuevo.
Iba mas lento, pues me costaba andar llevando el peso de un niño de 9 años a mi espalda, pero no iba a dejar a mi hermano también.
Escojí una pequeña calle del lugar, donde había varias cajas en las que nos pudimos esconder, para descansar un poco.
-Kiara...-susurró mi hermano.
-Dime, pequeño-contesté mientras cojia las cajas y las situaba delante nuestra, intentando que nos ocultara.
-Debes irte..-respondió mirándome.
-¿Qué?- contesté parando y girándome para verlo sentado entre las cajas.
Caí de rodillas delante de él y lo miré fijamente.
-Tienes que irte, Kiara. Sálvate.  No puedes llevarnos a los dos, yo no puedo correr tanto como tú, y lo único que hago es que vallas mas lento. Asi nos pillarán. Tienes que irte tu sola, por favor-suplicó.
-¡No! No voy a dejarte a ti tambien, no por favor. No puedo abandonarte a ti tambien, no quiero-respondí.
Él se acercó a mi y sonrió tristemente, pasando su mano por mi mejilla.
-Tiene que ser asi, Kiara-murmuró.
-No, no quiero, no puedo perderos a todos...-una lágrima recorrió mi cara, comencé a sollozar.
Xavier me abrazó fuertemente mientras me susurraba cuanto me quería.
-Te amo, Kiara. Sobrevive por nosotros. No dejes que te atrapen, por favor-rogó.
-Por tí-le prometí-. Sobreviviré por ti, y por papá y mamá. Si los vuelves a ver, dile que los amo, incluído tú, pequeño- mi voz sonó rota, no quería dejarlo a él tambien.
Xavier asintió y una lágrima se deslizó sobre su mejilla. Puse mi mano en ella y la recorrí limpiando esa lágrima.
-Te amo- murmuré sin apartar la vista de sus ojos.
-Te amo-contestó, mientras los dos llorábamos.
Me acerqué mas a él hasta rozar nuestras narices, besando la suya. Desvié mi cara hacia un lado hasta encontrar su mejilla, que también besé.
-Te sacaré de alli algún día, te lo prometo-susurré.
-Confío en ti, hermanita
-Te amo, Xavier.
-Y yo a ti, Kiara-contestó.
Los pasos se escuchaban cada vez mas cerca. Xavier apartó una caja para poder pasar, dándose la vuelta. Giró su cabeza para verme por última vez, él sonreía triste mientras las lágrimas se deslizaban por nuestras mejillas. Despues, se giró de nuevo y pasó por el hueco. Escuché a los hombres gritarle y me estremecí, pero me preparé para correr. Mi hermano se había sacrificado por mi, y no iba a dejar que me pillasen.

-Oye, ¿por qué lloras?-me preguntó Yulem.
Estaba tan inmersa en mis recuerdos, que no me había acordado de que estaba con Yulem y, menos aún, de que estaba llorando.
-Nada, nada-contesté rapidamente.
-Nadie llora por nada, princesa-susurró abrazándome.
-Estoy bien, de verdad. Solo...necesito tomar el aire-respondí levantándome y buscando la salida.
-Espera, que te acompaño-se levantó apresuradamente mientras que Ane y Vick pararon la película.
-¿Estas bien?-preguntó Ane peocupada.
-Solo...un recuerdo-susurré.
-¿Quieres irte?-cuestionó dispuesta a levantarse.
-No, no-contesté rapidamente-. Solo necesito salir de aqui, respirar aire fresco, Yulem me acompaña-añadí, con intenciones de dejarlos a los dos solos.
Yulem agarró mi mano y se encaminó por varios pasillos hasta llegar a una puerta, que conducía a su jardín. Salí fuera y cerré los ojos momentaneamente. Los brazos de Yulem me rodearon desde la espalda, posando su cabeza en mi hombro. Cuando los abrí, inspeccioné el jardín, y me di de cuenta de que se parecía mucho al de la casa donde había vivido con mis padre y mi hermano pequeño.
Recordé a Xavier en la piscina, jugando conmigo y mis padres, todos juntos riendo y pasándolo bien, en un bonito día de verano.
Las lágrimas aparecieron de nuevo mientras miraba aquel jardín y recordaba momentos con mi familia que, seguramente, no se volverían a repetir.
Quien sabe, ellos podían estar...muertos, o no. Quizas...los tuvieran encerrados y no los quisiesen matar, sino castigarlos por haber escapado de ese mundo que ahora mismo, odiaba con toda mi alma.  Ellos me habian arrevatado a mi madre, a mi padre, a mi hermano, mi única familia.
-Kiara-susurró Yulem situándose delante de mi-¿Que ocurre?-murmuró mirando como lloraba.
Me fijé en su cara, sus ojos verdes como esmeraldas mirándome fijamente, preocupados por mi.
Su mano se posó suavemente en mi mejilla, acariciándola y llevándose mis lágrimas, como si asi puediera llevarse mi pena y mi tristeza.
-No llores, por favor-suplicó acercándose más a mi-por favor-rogó.
Nuestras frentes chocaron y cerré los ojos mientras sentía su otra mano posarse en mi espalda, acariciando mi pelo hasta llegar a mi cintura, donde esta volvía de nuevo a mi pelo.
-No puedo verte llorar, por favor-susurró.
Sentí como algo frío chocaba contra nosotros y abrí los ojos, mirando hacia arriba, para ver pequeños copos de nieve caer sobre nosotros. No había nubes, el sol se alzaba en el cielo azul, pero los copos descendían como por arte de...magia.
Volví a mirarlo a él, que seguía mirando al cielo sonriendo. Después de darse de cuenta de que lo observaba, bajó su mirada hasta clavarse con la mía.
Un pequeño copo blanco se posó en su nariz, y sonreí levemente mientras levantaba mi mano para limpiarlo.
-Así es mejor-susurró mirándome con una tierna sonrisa-. Ven.
Yulem agarró mi mano y caminamos hasta llegar a un árbol. Se sentó bajo él y me observó, sus ojos brillando, mientras daba dos palmadas en sus piernas, para que me sentara en ellas, y así lo hice.
Él me rodeó con sus brazos mientras yo posé mi cabeza en su pecho, cerrando los ojos.Yulem dejó caer su cabeza sobre la mía y sonreí.
Nos quedamos así, en silencio, mientras él acariciaba mi brazo y yo escuchaba los latidos de su corazón, que me tranquilizaban como volviese a ser un bebé.