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martes, 10 de diciembre de 2013

Capítulo 22. Tengo todo el tiempo del mundo.

Derek.

Marco había entrado por la puerta poco después de que el médico se hubiese ido.
Yo, en cambio, seguí mirándola fijamente mientras las lágrimas no cesaban, sin soltar en ningún momento su mano, rogándole que se quedara conmigo.
-Derek....-susurró Marco poniendo su mano sobre mi hombro.
Giré mi cabeza para verlo. A sus 17 años, él era un chico con una madurez muy poco común en su edad. Era responsable y, cuando salía de fiesta con sus amigos, nunca bebía y volvía un hora respetable. Cuidaba de su hermana como si fuese su vida, a pesar de que él tuviese un año menos. Desde que sus padres se pasaban la vida de viaje, él se había sentido responsable de cuidarla y sabía que se sentía culpable por no haber podido evitar los cortes de su hermana.
Físicamente, él tenía unos ojos azules como el mar y el mismo tono de pelo que su hermana, bastante corto. Era de la misma altura que yo y delgado, pero no demasiado.
-¿Qué?-susurré mirándolo con los ojos cristalizados.
-Se recuperará, ya verás como sí-aseguró animándome. Aunque sospechaba que se estaba dando fuerzas a él mismo, además.
-He sido un completo gilipollas, ¿sabes?-farfullé viéndola-. La dejé tirada y me fui con los populares. Con ellos no era feliz, echaba de menos a tu hermana, demasiado. Pero sabía que no había vuelta atrás. Ahora me arrepiento de haberla dejado sola. Muchas veces he querido dar marcha atrás en el tiempo y volver al momento donde decidí ser popular para cambiarlo y quedarme con Amy todo el tiempo. Quizás...seguramente así hubiese podido evitar que se cortase. Yo...de verdad la quiero, joder. La amo con toda mi alma, no podría vivir sin ella, no quiero que se valla de mi lado, no puedo permitir que se valla. Amy es todo para mí, a pesar de haberla dejado de lado. Es...la razón de mi sonrisa. Por ella me levanto cada día, solo por verla. Es demasiado importante para mí como para dejarla ir. No quiero, no puedo. La amo demasiado. Si ella se va...yo...me iré con ella-susurré mirando de nuevo a Marco mientras las lágrimas caían de nuevo por mi cara.
-Ninguno de los dos os iréis. Amy es fuerte y volverá a abrir los ojos para regañarme por no haber lavado los platos. Para volver a abrazarme en los malos momentos. Para darme consejos en cualquier instante. Para estar con nosotros en las buenas y en las malas. Es mi hermana, mi dulce y tierna hermanita. Tiene que vivir para estar a mi lado, a nuestro lado -murmuró pasando una mano por mis hombros-. De ella depende volver o no con nosotros, y sé que volverá por ti y por mí. Por vivir el resto de nuestras vidas juntos. Sé que volverá, tiene que hacerlo.
Comenzando a llorar, me levanté de la silla para abrazar al hermano de la persona que mas amaba en el mundo.
Escuchamos un suspiro y nos separamos extrañados para ver a Amy con los ojos abiertos mirándonos con una pequeña sonrisa.
-¡Princesa!-grité antes de correr a su lado, agarrando su mano fuertemente y sonriendo entre lágrimas.
-De....Derek...-susurró pesadamente.
-Hermanita...-susurró Marco mirándola con una sonrisa.
-Pequeño...- contestó ella haciendo una mueca.
-No hace falta que te fuerces, no hables si te cuesta, por favor-murmuré acariciando su mano.
-No...no pasa nada, puedo...hablar-contestó débilmente.
-Te quiero, te quiero tanto...-susurré mirándola directamente a los ojos.
-Os dejo solos-dijo Marco antes de salir con una sonrisa.
-Derek, yo....-susurró.
-No, no hables por favor. Te quiero, ¿vale? Siento haber sido un completo estúpido.
-Antes...os estaba escuchando....-farfulló con una pequeña sonrisa, haciendo que me sonrojara.
-Déjamelo repetírtelo, para ti-susurré besando su mano y agarrándola entre las mías-. Siento muchísimo todo lo que ha pasado en este tiempo, estoy tan arrepentido...Te quiero muchísimo. Soy un completo gilipollas por haberte dejado sola, lo siento. No sé como pude irme sin más, es que aún hoy no lo entiendo. Pero no lo puedo remediar, aunque me encantaría poder volver atrás eso no es posible, y es algo que me jode bastante. Siento todo el daño que te he causado dejándote tirada, de verdad que lo siento. Pero quiero que sepas que eres la razón de mi existencia. Que con solo recordar tu nombre sonrío como un idiota. Que te amo con locura y que no podría vivir jamás sin ti. Soy un jodido estúpido por haberte dejado sola y ahora querer que me perdones, así porque si. Entiendo si no lo quieres hacer, yo...
Ella me interrumpió posando su mano sobre mi boca.
-Shh, tú solo cállate y bésame de una vez, idiota-susurró apartando la mano, haciendo que sonriéramos antes de que yo juntara nuestros labios.
Lentamente y con cuidado de no hacerle daño, la besé mostrando todo mi amor por aquella chica que estaba en la camilla. La amaba, de eso estaba seguro. Ella era demasiado importante en mi vida y no quería dejarla escapar en ningún momento. Sonreí en el medio del beso mientras gritaba de felicidad dentro de mí. Nuestros labios seguían moviéndose al compás de una melodía imaginaria, y me separé de Amy lo suficiente como para mirarla a los ojos.
-¿Eso es que me perdonas?-susurré mientras ella se sonrojaba.
-Claro que te perdono, bobo-contestó mientras yo acariciaba su mejilla.
-Amy...-susurré inseguro-. ¿Por qué...bueno...por qué te cortabas?-pregunté débilmente.
-Derek...-murmuró ella mirándome a los ojos y suspirando resignada-. Es una larga historia....
-Tengo todo el tiempo del mundo-afirmé rogando para que ella me contara la razón.

sábado, 30 de noviembre de 2013

Capítulo 21. Estaba enamorado de ella.

¡Lo siento! He tenido unos problemillas con mi ordenador y no he podido subir antes el siguiente capítulo, pero aquí está. 


Yulem.
Vick entró por la puerta cuando yo estaba cerrando mi maleta.
Al entrar en mi habitación, me miró confuso, entre sorprendido y asustado, observándome fijamente.
-¿Qué ocurre?-preguntó mirándome.
-Puedes quitar esa cara de pánico, querido. Solo he decidido hacer un pequeño viaje con Kiara, cuatro días lejos de ti-contesté burlándome de su reacción mientras él se relajaba notablemente.
-Ouch. Eso hasta me ha dolido-ironizó posando su mano sobre su pecho-. ¿Romeo se va a declarar a Julieta?-atacó.
-Vete a la mierda-contesté rápidamente mientras le lanzaba un cojín, intentando ocultar mi rubor.
-¡Estás rojo!-bramó riéndose-. ¡Yulem rojo! Esto es de foto-se burló.
-Cállate y ayúdame a cerrar la maleta, estúpido-contesté con una tímida sonrisa al pensar en ella.
-Venga, te ayudo solo para librarme de ti.
-Serás gilipollas...-murmuré sonriendo y negando con la cabeza, divertido, revolviendo su pelo mientras él se quejaba, pasaba a mi lado.
A pesar de nuestras bromas y tonterías, nos queríamos de verdad. Era mi hermano, lo protegería de cualquier cosa.
-Joder, chico-contestó intentando cerrar la maleta-. ¿Qué coño llevas ahí? Está más lleno que el bolso de cualquier mujer-farfulló.
-Ja, ja, ja-ironicé-. Cállate y ayúdame.


Después de haber cerrado al fin mi maleta y revisar todo, de haber hablando un poco con Vick y de haber cenado juntos entre bromas y burlas, me tumbé en cama dispuesto a dormirme, pero no sin antes escuchar su voz de nuevo.
Agarré el móvil de mi mueble buscando su número para llamarla.
-¿Yulem?-preguntó una voz media dormida.
-Hola-susurré volviéndome terriblemente tímido y nervioso.
-Hola-contestó ella riendo.
-¿Te he despertado?-pregunté-. Lo siento si lo hice...
-No, no pasa nada. Estaba tirada en la cama y comencé a quedarme dormida-respondió-. Pero dime, ¿qué ocurre?
-Solo quería escuchar tu voz-susurré un poco avergonzado.
Imaginé cómo ella sonreía con sus mejillas comenzando a coger color.
-¿Estás sonriendo?-pregunté, girándome para estar más cómodo, sonriendo como un idiota enamorado.
-Eres muy lindo-se excusó ella-. Eso es muy tierno, Yulem-susurró, seguramente con una bonita sonrisa en su rostro.
-Te puedo asegurar que tú lo eres más-contesté.
-Mañana...-murmuró ella.
-¿Sí?-pregunté.
-¿A que hora vienes a recogerme?
-¿Te importa madrugar un poco?-pregunté tímido.
-No, para nada- contestó ella riendo-. Entonces...¿cuando?
-A las...¿ocho?
-A las ocho-confirmó ella.
-Bien. Bueno, no te molesto más, descansa.
-No molestas-susurró Kiara-. Buenas noches, Yulem.
-Buenas noches, princesa-respondí-. Duerme bien.
Sonreí tiernamente al teléfono escuchando su voz.
-Adiós...Dulces sueños.
-Adiós. Te quiero.-farfullé antes de finalizar la llamada rápidamente sin esperar su respuesta, con una sonrisa de idiota, suspirando.

Me desperté justo a las siete de la mañana mientras la alarma de mi móvil sonaba.
Refunfuñando, salí de la cama para andar como un zoombie hasta el armario, donde rápidamente agarré algo para cambiarme después de darme una ducha.
Entré en el baño y comencé a meterme en el agua. Relajándome, me dejé llevar por la tranquilidad que producía ese momento y cerré los ojos momentáneamente antes de comenzar a lavarme. Salí poco después, completamente vestido y con una sonrisa en mi rostro.
Rápidamente fui a la cocina y comencé a preparar algo para desayunar, preguntándome qué estaría haciendo Kiara en estos momentos. Sonreí tontamente mientras comía mis tostadas.
Al acabar, comencé a guardar todas las cosas en el coche para más tarde tener todo preparado, cuando fuesen horas de ir a buscarla.
Comencé a caminar hacia el salón, encendiendo la televisión y sentándome en el sofá, dispuesto a pasarme el tiempo que me sobraba mirando cualquier cosa para intentar calmarme un poco y dejar de estar tan nervioso.
Si a ella no le gustaba el lugar...estaba totalmente perdido.
Pronto se hizo hora de irme y, dejando una nota a mi hermano, subí al coche y comencé a conducir hasta su casa, donde ella me esperaba en la entrada, sentada en los escalones de ésta y sonriendo mientras miraba el móvil.
Levantó la vista al oír el sonido del coche y se levantó mientras yo bajaba del coche y abría el maletero, metiendo su maleta junto la mía.
-Hola-saludó ella sonriendo.
-Hola, princesa-contesté antes de besar su mejilla-. ¿Estás preparada para perdernos?
Me acerqué poco a poco a ella hasta rozas sus labios con los míos antes de besarla tímidamente.
-Claro-contestó ella al separarnos sonriendo mientras sus mejillas tomaban un color rojizo-. Ese es el plan, ¿no? Tenemos nuestras pequeñas vacaciones.
Sonreí separándome de ella y subiendo al coche mientras ella hacía lo mismo.Comenzando a conducir, busqué rápidamente una emisora de radio para entretenernos en el largo viaje que nos esperaba.
Sonreí girándome para verla mientras Kiara tatareaba la letra de la canción que sonaba en ese mismo instante moviendo la cabeza de una lado al otro siguiendo el ritmo.
Nos encontrábamos en un semáforo en rojo, así que aproveché para verla.Cuando se dio cuenta, se giró para mirarme antes de sonreírme tiernamente mientras sus mejillas comenzaban a coger un color rosado.
Riendo, agarré su mano acariciándola antes de besarla rápidamente para volver a girar mi vista y seguir conduciendo con una sonrisa el resto del camino.
Si, definitivamente estaba enamorado de ella.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Capítulo 20. Te quiero tanto.

Derek.

El silencio era lo único que se escuchaba en toda la habitación. Me encontraba tumbado en mi cama boca arriba mirando el techo, con los brazos detrás de mi cabeza, metido en mis pensamientos.
Me sentía extraño, bastante raro. Tenía un presentimiento, y no precisamente bueno. Sentía como si algo malo fuese a pasar de un momento a otro, y estaba realmente preocupado.
Pero...¿qué podía ser?
Suspiré pesadamente cerrando los ojos para intentar quitarme esa sensación mala que tenía, pero no desaparecía.
Aún con ellos cerrados, tanteé con mi mano por encima de mi mesita hasta encontrar mi móvil. Agarrándolo, abrí los ojos para comenzar a buscar mis contactos.
Rápidamente apareció su nombre, Amy.
Lo encontré y suspiré mirándolo una y otra vez, dudando si llamarla o no. Desistí, como muchas otras veces dejando el móvil en su sitio de nuevo.
-Soy idiota-susurré mirando a la ventana y suspirando.


El ruido de mi teléfono me despertó. Me había quedado dormido mientras seguía pensando en Amy.
Refunfuñando y con los ojos cerrados, agarré el móvil para contestar.
-¿Qué?-pregunté medio dormido.
-¡Derek!-dijo una voz.
-Sí...-afirmé dudoso mientras intentaba saber quien me llamaba-¿Eres....Marco?-pregunté.
-Si, soy yo. Amy...-murmuró, pero lo interrumpí.
-¿Qué le pasa?-chillé abriendo los ojos de golpe y levantándome.
-Está en el hospital, por favor, ven-susurró.
-Voy para allá, espérame ahí-murmuré antes de colgar y tirar el móvil a la cama mientras comenzaba a buscar cualquier cosa que ponerme.
Amy...Suspiré mientras intentaba que las lágrimas no apareciesen.
¿Qué le podía haber pasado? Rápidamente cogí mi chaqueta y comencé correr hacia la puerta.
-Hijo, ¿a donde vas?-preguntó mi madre desde el salón, sentada en el sofá viendo algún programa en la televisión.
-Al hospital, Amy se encuentra allí-me limité a decir antes de cerrar la puerta.
Volví a echar a correr desesperadamente hacia el hospital. Aunque estaba bastante cerca, quería llegar lo antes posible para poder estar con ella y aclarar todo eso.
Tenía miedo de llegar tarde, de no poder hablar con Amy. Ella era mi vida y no quería que nada malo le ocurriese. Estaba demasiado preocupado por ella que no me dí cuenta cuando choqué contra una mujer que caminaba tranquilamente. 
Sin ni siquiera pararme, me giré para ver como la mujer me miraba raro, refunfuñando cualquier tipo de insulto hacia mí.
-¡Lo siento!- grité sin detenerme en ningún momento.


-¡Derek!-llamó Marco en cuanto entré en el hospital.
Me fijé que tenía los ojos rojos e hinchados, demasiados brillantes. Amy estaba demasiado mal.
-¿Donde está?-pregunté susurrando.
-Por aquí, ven-dijo antes de comenzar a caminar rápidamente hacia el ascensor-. Planta tres, habitación trescientos doce-susurró al salir.
-Bien, voy primero-dije comenzando a correr leyendo todos los números que se alzaban encima de la puerta.
-Trescientos doce, aquí es-murmuré antes de posar la mano en la puerta para abrirla.
Suspirando, entré dentro de la sala, comenzando a buscarla con la mirada.
La encontré en la segunda cama, con la cara demasiado pálida y sus bonitos ojos tapados.
-Amy....-susurré acercándome.
Me senté a su lado, mirando sus dos brazos vendados. ¿Qué le había pasado?
Comencé a mirarla fijamente mientras ella dormía plácidamente.
-Buenos días, muchacho-dijo una voz detrás de mí, haciendo que me girase rápidamente para verlo.
-¿Qué le pasa?-susurré mirando al médico.
-Ella se corta-contestó él tranquilamente-. Llegó aquí con un gran corte en su brazo, y hemos encontrado muchos más por ambos brazos. Sospecho que Amy se corta ella misma, aunque desconozco la razón. Hay bastantes cicatrices, por lo que lleva bastante tiempo haciéndolo, pero parece ser que esta vez fue demasiado profundo-rápidamente me giré para ver sus brazos con las vendas, mientras las lágrimas comenzaban a salir de mis ojos-. Ella llegó con muy poca sangre en su cuerpo, está muy crítica, sería un milagro que sobreviviese-respondió-. Lo siento, muchacho-murmuró palmeando mi espalda antes de irse.
Suspiré mirándola fijamente mientras las lágrimas seguían pasando por mis mejillas.
-Pequeña...-susurré cogiendo su mano y entrelazando nuestros dedos-. No te vallas, por favor. Quédate conmigo. Te quiero tanto....

sábado, 9 de noviembre de 2013

Capítulo 19. Como la hagas daño date por muerto.

Ane

Justo cuando ella apareció, yo me encontraba tirada en el sofá del salón viendo la televisión y comiendo palomitas.
-¡ANE!-chilló su vocecita mientras ella entraba al salón corriendo.
Levanté la vista del televisor para verla saltando de alegría, con el pelo alborotado y jadeando, mientras sonreía de pura felicidad, sus ojos brillando.
-¿Kiara?-pregunté levantándome-¿Qué mosca te ha picado ahora?
-¡ANE!-siguió chillando antes de abalanzarse a mis brazos.
Me reí fuertemente mientras la abrazaba.
-Pero bueno. ¿A que viene tanta felicidad?-pregunté divertida intentando calmarla.
Kiara sonreía de oreja a oreja dando pequeños saltitos de alegría.
Sonreí al verla tan contenta, y supe perfectamente quien había hecho eso.
-Es él, ¿verdad?-pregunté.
-¡Sí!-contestó saltando mientras reía.
-¡Cuéntame!-exigí sentándome en el sofá y arrastrándola conmigo hasta acabar las dos sentadas.


-Ahora...¿admites que estás enamorada?-cuestioné mirándola a los ojos al terminar de contar su día con él.
-Creo...-murmuró mirando hacia otro lado-. Que sí...
Sonreí feliz de que lo admitiera antes de abalanzarme sobre ella abrazándola mientras ambas reíamos.
-¡Bien!-grité sin soltarme-. Ahora...¡fiesta de pijamas!
Kiara rápidamente se levantó del sofá agarrando el primer cojín que encontró, lanzándolo contra mí.
Riendo, cogí otro y se lo tiré velozmente, impactando en su cara.
-¡Bingo!-grité riendo-. ¡Ding, ding, ding, ding!
-¡Oye!-protestó ella-¡Que no soy una diana!
Y entre protestas y gritos pasamos la tarde, divirtiéndonos y riendo a más no poder, pasándolo bien mientras veíamos películas, nos pegábamos con los cojines o simplemente hablábamos.
-¡Kiara, tu móvil!-grité mientras ella estaba en la cocina haciendo más palomitas.
-¡Cógelo tú!- contestó de la misma forma.
Obedeciendo, cogí el teléfono aceptando la llamada antes de acercármelo al oído.
-Teléfono de Kiara, ¿qué desea?-pregunté con voz aguda.
-Ehh...-murmuró una voz confusa desde el otro lado de la línea-. ¿Está Kiara?-preguntó, inseguro.
-Ahora mismo no puede atenderle, ¿quien llama?
-S...soy Yulem-tartamudeó.
-¿Yulem?-pregunté con mi voz habitual, haciendo que la cabeza de Kiara saliese por la puerta, preguntándome con la mirada.
-Si, soy yo-contestó antes de que yo asintiera, mientras ella correteaba hasta mi lado-. Eres...¿Ane?
-Sí, sí-contesté con una sonrisa mientras mi amiga me hacía gestos para que le pasase el móvil.
-Espera, te paso a Kiara. Eso sí, como la hagas daño date por muerto-amenacé seriamente. Con mi niña nadie se metía.
-N...no voy a hacerle....da..daño-balbuceó con algo de miedo.
-Bien, que así sea. Quedas advertido.
Kiara agarró el teléfono de mi mano refunfuñando y mirándome con su mirada asesina.
-Lo siento, Yulem-habló ella en cuanto puso el móvil en su oreja, comenzando a caminar hacia su habitación.
Resoplando, la vi alejarse con una sonrisa mientras seguramente él le contestaba.


-Ya era hora, chiquilla-comenté mientras la veía aparecer de nuevo en el salón-. Menos mal que estás aquí de nuevo, pensé que te había tragado la tierra-exageré viendo como ella ponía los ojos en blanco antes de sonreír-.¿Qué quería?
-Dijo que quería quedar mañana los dos solos...que me va a llevar un sitio, y que me lleve una maleta con ropa para cuatro días...-susurró sonriendo.
-Ohh, ¡que lindo!-exclamé-. Ala, pues ya sabes, a hacer la maleta.
-¡Pero es que no sé que llevar!-bramó ella angustiada-. ¡No me dijo a donde vamos!
-Bueno, Kiara, tendrá que ser una sorpresa, ¿no crees?
-Pero podría haberme dado alguna pista...-resopló-. De si va a hacer calor, o frío, por ejemplo.
-Lleva un poco de todo y ya está, problema solucionado-contesté caminando a su habitación para comenzar a ayudarla con sus maletas mientras comentábamos qué podía ser lo que pasaría en esos cuatro días.
Sonreí mientras metía un pantalón de Kiara en la maleta. Ellos acabarían juntos, si o si.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Capitulo 18. La historia de mi vida.

Amy
Hacía bastante tiempo que yo había admitido que estaba enamorada de Derek, incluso antes de que él se volviese popular, y ese sentimiento tan fuerte que me mantenía atada a él no había cambiado para nada, seguía siendo tan fuerte como el primer día.
Él había cambiado completamente, convirtiéndose en el chico malo del instituto que todas las chicas deseaban. Todas, menos yo.
Yo me había enamorado del tímido Derek, dulce y cariñoso chico que siempre estaba a mi lado apoyándome en todo, sacándome sonrisas cuando lloraba, compartiendo tiempo conmigo, disfrutando los dos solos, que me escuchaba durante horas y me hacía caso de verdad, que me quería...O eso decía él antes. Ahora lo dudaba seriamente, aunque mantenía la minúscula esperanza de que fuese así.
Pero el tierno Derek se esfumó en cuanto comenzó a ganar popularidad. Dio un giro completo convirtiéndose en el que anteriormente odiaba. 
Era irónico, a mi mejor amigo, o ex, mejor dicho, nunca le gustaron ese tipo de personas: arrogantes y engreídas. En cambio se había convertido en uno de ellos.
Me dolía de verdad verlo todos los días en el instituto, coqueteando con todas las chicas que se encontraba por delante. Siempre era igual, él pasaba completamente de mí. Y yo seguía "enfadada" con él. En realidad no lo estaba, pero no podía soportar ver su nuevo comportamiento, su arrogancia y estupidez, se creía que podía comerse el mundo y el mundo lo comía a él.
Derek había tenido a la gran mayoría de las chicas detrás suya como perritas falderas, queriendo acostarse con él. muchas intentaban que tuviesen algo serio, pero ninguna conseguía engatusarlo. Derek solo las utilizaba durante un tiempo indeterminado hasta que se aburría e iba a por otra presa distinta, como un cazador. En realidad, sospechaba que yo era la única que no lo hacía, que no me moría por él, al menos no en público. Él había estado con varias de ellas , bastantes. Unas...
Levanté mi brazo y remangué mi camiseta hasta el codo, comenzando a contar todos los pequeños cortes que tenía sobre la muñeca.
Unas 21, justamente. Aunque me faltaba apuntar la nueva, Silene.
Suspiré resignada. Desde el primer momento en el que lo conocí supe que era demasiado para mí, aunque me bastaba con su amistad. 
En cambio, ahora eramos como completos desconocidos. Me dolía verlo así.
Echaba muchísimo de menos a Derek, al antiguo, pero seguramente ese jamás volvería. Todos nuestros momentos juntos no volverían a repetirse. Me sentía una estúpida al creer que en algún momento volvería a ser como antes.
Una lágrima comenzó a recorre mi cara hasta acabar cayendo en mi brazo. Agaché la cabeza para ver todos los cortes que tenía por él. En el otro brazo estaban los otros cortes, por mi odio a mi misma y mi impotencia. Suspiré pasando mi mano por ellos antes de levantarme, con las lágrimas aun cayendo.
Caminé lentamente hasta el baño mientras escuchaba las risas provenientes de mi hermano en el piso de abajo, seguramente hablando con alguien por teléfono.
Abrí la puerta y rápidamente busqué el escondite. Pronto dí con él, supongo que de la costumbre de ir siempre allí.
Pasé mi mano por el hueco entre los dos armarios hasta encontrar lo que buscaba: mi cuchilla.
Aún sin dejar de llorar en ningún momento, la posicioné para hacer una nueva marca en mi piel. 
Me odiaba a mi misma, no era nada más que un simple bicho asqueroso que no tenía derecho a vivir. Era una completa mierda, no merecía estar en este mundo. 
Con las lágrimas cayendo por mi cara, comencé a deslizar la cuchilla por mi piel, abriéndola y dejando que la sangre fluyese a la superficie. 
"Estúpida" me decía a mí misma en mi mente "no merezco estar aquí."
El corte se hacía cada vez mas profundo, aliviando mi dolor psicológico y aumentando el físico.
Pronto todo comenzó a volverse borroso en mi mente. Mi brazo se había vuelto completamente rojo de la sangre que seguía saliendo. 
"Ya está" pensé. "moriré aquí."
Comencé a desvanecerme lentamente. Ya no tenía la fuerza para mantenerme en pie, así que caí al suelo escuchando la voz de mi hermano llamando a la puerta.
-¿Amy?-preguntó dudoso-. ¿Estás ahí?
Pero no pude contestar, no tenía la fuerza suficiente. Simplemente cerré los ojos dejándome llevar.
Mi historia no era para nada bonita, pero era la historia de mi vida.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Capítulo 17. Sólo éramos nosotros dos, queriéndonos.

Silene.
Bailar con Vick hizo que algo despertara en mi interior. Sin poder evitarlo, mientras nos balanceábamos al ritmo de la música, miles de sentimientos me inundaron por dentro. Fue...increíble.
Era como si algo dentro de mi hubiese despertado al fin, después de mucho tiempo. Me sentía rara, aunque a la vez esa sensación me gustaba, y eso me estaba comenzando a preocupar.
No podía estar enamorándome de Vick...¿verdad? No. No. No estaba enamorada de él, de sus preciosos ojos que me hipnotizaban cada vez que me miraban, de su perfecto cuerpo, de su dulce voz llamándome, de su forma de bailar, de su pelo "oh-tan-sexy", de sus labios carnosos y apetecibles...
¡No! ¡Esto no podía estar pasando! ¡No podía enamorarme de él! ¡Justamente de mi enemigo!
Me senté en el banco de los vestuarios bufando, dejándome caer sobre él antes de subir mis rodillas tumbándome mientras dejé reposar mis manos sobre mi estómago respirando profundamente, intentando calmarme.
Acababa de salir de la sala donde los demás aún ensayaban para poder calmarme un poco, después de lo que había ocurrido minutos antes. No sé en qué estaba pensando cuando hice aquella locura tan locuaz de poner aquella canción...¡Justo esa canción!
Soplé pesadamente pasando mis manos por la cara, suspirando de agobio. ¿Qué acababa de hacer? Ah, si,  me acababa de enamorar de mi enemigo.
-Idiota, Idiota-susurré levantando mi torso hasta quedar sentaba, posando mi espalda contra la pared mientras tiraba levemente de mi pelo, intentando calmarme-. Soy una completa estúpida-murmuré antes de secar la primera lágrima que bajaba por mi mejilla.
Los sollozos aparecieron poco después, mientras yo dejaba mi cabeza contra la pared mirado al techo.
-¿Por qué? ¿Por qué justamente yo?-susurré llorando desesperada.
¿Por qué yo? Era una pregunta que miles de veces me había dicho. ¿Por qué? ¿Por qué justamente tenía que ser yo a la que mandaron a este estúpido lugar? ¿Por qué me había comenzado a encariñas con la gente de este sitio? ¿Por qué me gustaba pasar tiempo con Derek, en vez de odiarle o simplemente no sentir nada? ¿Por qué me había enamorado, justamente yo, del chico al que tenía que odiar?
-¿¡Por qué?!-grité levantándome de golpe, con las lágrimas cayendo-¡Maldita sea! ¿¡Por qué yo?!
Mi mano impactó con fuerza contra la pared mientras volvía a derrumbarme de dolor, aunque no físico. Me acurruqué contra la pared llorando, posando mi cara entre mis rodillas y cerrando los ojos fuertemente, intentando inútilmente retener las lágrimas que bagaban por mi cara.
Poco después, cuando comencé a calmarme, se oyeron unos golpes en la puerta.
Asustada, me levanté veloz hasta el espejo y el lavabo, donde mojé mi cara y la sequé rápidamente antes de suspirar profundamente.
Me dirigí hacia la puerta esperando encontrarme con Jason, aunque no fue así.
-Vick...-susurré desviando mi mirada hacia el suelo.
-¿Estás bien?-preguntó intentando conectar nuestros ojos.
Su voz sonó preocupada, y levanté mi vista para mirarlo fijamente. ¿Por qué se preocupaba por mi?
-Si..-mentí.
-No me mientas, sé que no estás bien-susurró antes de pasar a la habitación, conmigo detrás- ¿Qué ocurre?-preguntó girándose tan rápido que no me lo esperé.
Estábamos bastante cerca y sabía que eso no estaba bien, nada bien.
-No me pasa nada....-murmuré mirando hacia otro lado.
-Yo sé que si, no me mientas-susurró antes de acercarse más a mí, suspirando.
Lo miré a los ojos y supe que él se preocupaba por mi de verdad.
De nuevo, una lágrima pasó por mi mejilla, antes de que Vick me rodeara con sus fuertes brazos, acariciando mi espalda.
Dejé caer mi cabeza en su pecho mientras intentaba calmarme. Ese sentimiento volvió a mi estómago, y aunque intentaba ignorarlo, no pude. Tenía que admitir que estaba enamorada del chico que me abrazaba fuertemente, su cabeza reposando sobe la mía. Tenía admitir que estaba enamorada de mi enemigo, de Vick.
Pronto nos separamos, aunque no demasiado. Él dejó sus manos en mi espalda y yo sobre su pecho, mirándolo a los ojos.
-¿Estás mejor?-susurró.
Su cara era preocupada y sonreí levemente, haciendo que él correspondiera igual, antes de asentir con la cabeza.
-Gracias-farfullé-. Siento todo esto...
-Tranquila-contestó él-. No es una molestia para mí estar aquí.
En sus ojos mostraba que no mentía, aunque parecía que estaba intentando decirme algo más. Pero, ¿el qué?
Lo observé interrogante mientras él suspiraba pesadamente, como si lo que tuviese que decir fuese demasiado importante.
-Silene, yo....bueno...-tartamudeó mirando al suelo.
-¿Qué?-susurré levantando su cara con mi mano, acariciando su mejilla y mirándolo a los ojos.
-Tú....pues...bueno...eh..me...me gustas-farfulló, tan bajo que creí que era producto de mi imaginación.
Sonreí feliz de que al menos él sintiera algo por mí. Después, Vick se acercó lentamente hasta nosotros antes de chocar nuestros labios.
Nos besamos lentamente, mostrando nuestros sentimientos mientras comenzaba a caminar hasta chocar contra la pared, con él siguiéndome.
Su mano se deslizó hasta acariciar lentamente mi mejilla con las yemas de sus dedos, mientras la otra se mantenía en mi espalda, pegándome más a él.
Sonreí siguiendo el beso antes de pasar mis brazos por su cuello, con mis manos fundiéndose en su pelo.
Pronto nos separamos por falta de aire. Su frente chocó con la mía antes de que abriéramos nuestros ojos.
-Esto no esta bien...-susurré mirándolo.
-No me importa, por ti haría cualquier cosa-murmuró sonriendo.
Reí antes de acercarme de nuevo a él hasta besarlo.
¿Qué importaba lo demás? En ese momento sólo éramos nosotros dos, queriéndonos.

sábado, 26 de octubre de 2013

Capítulo 16. Move.

Vick
Sonreí al suelo mientras comenzaba a caminar hacia la escuela de baile. Era increíble todo lo que había cambiado mi vida en tan poco tiempo. Ahora estaba apuntado a esas clases. Al principio solo fue una simple broma, no iba nada en serio, la verdad. Pero después...Después me di cuenta de que bailando podía expresar mis sentimientos y al mismo tiempo divertirme.
Ahora, bailar era parte de mi vida y, aunque no me gustaba mucho la idea de darle las gracias a Silene, en verdad mi buen humor se debía a su consejo de apuntarme a las clases.
Pronto me encontré ante las grandes puertas negras, y las empujé entrando a la habitación donde había mejorado notablemente con mis pasos.
-¡Eh!-gritaron en cuanto me vieron-¡Novato, acércate!
Sonreí negando con la cabeza divertido mientras me acercaba a Jason, uno de los profesores.
-¡Hey!-saludé al llegar junto al grupo.
-Hoy viene la nueva profesora que necesitábamos, ya sabéis que Marco se fue a Italia-contestó.
-Ah, claro, claro-respondí sonriendo.
-Bien, pues era lo único que quería decir. Ahora comenzamos, ¿no os parece?-dijo antes de dar palmadas con las manos, haciendo que todos le prestaran atención y se acercaran.


-Veo que has seguido mi consejo, Vick-gritó una voz a lo lejos, una voz bastante conocida...
Estábamos en medio de la clase, con la música de fondo mientras nosotros practicábamos.
Me dí rápidamente la vuelta para ver a Silene entrar por la puerta del estudio, con una mochila tras su espalda.
-¿Qué haces aquí?-pregunté mirándola extrañado.
Pero antes de que ella pudiese contestar, una voz respondió por Silene, apagando la música y acercándose a ella.
-Chicos-comenzó Jason-. Ella es Silene, nuestra profesora. Aunque creo que a alguno no le hace falta presentación....-bromeó mirándome pícaramente.
Desvié la mirada mientras todos comenzaban a reírse, sintiendo como mis mejillas tomaban color.
-Es mi vecina-farfullé mirando al suelo muerto de vergüenza.
-¡Pues tu vecina está muy buena!- gritó alguien desde el fondo de la sala, donde había un grupo que comenzó a reír.
Sonreí falsamente apretando mis puños cabreado. ¿Pero por qué me importaba tanto esa chica?
-Gracias, querido Marck-ironizó ella-. Pero no estoy interesada en ti.
Todos comenzaron a reír a carcajadas, incluido él.
-Me van mas los rubios-dijo ella haciendo que levantara rápidamente mi cabeza para observarla con los ojos abiertos como platos mientras me guiñaba un ojo sonriendo.
Todos comenzaron a decir un "oohh" y pronto se escuchó otra voz gritando "QUE SE BESEN!" Mientras yo me moría de la vergüenza y ella se reía.
Era malvada, ¿por qué me hacia pasar por eso?
Negué con la cabeza con una sonrisa falsa antes de acercarme a ella hasta acabar completamente pegados. Pasé mis manos sobre su cintura acabando todavía más unidos mientras ella deslizaba sus manos por mi cuello hasta rodearlo.
-Si juegas con fuego te acabas quemando-susurré con mi boca rozando su oído.
-Pero si no lo haces morirás de frío-contestó antes de besar la comisura de mis labios, apartándose con una sonrisa de triunfadora.
-Ya veremos-articulé sin producir ningún sonido, aunque sabía que ella me había entendido.
Todos comenzaron a silbar entre los gritos y exclamaciones  ante la escena que acababan de presenciar entre nosotros.
-¡Iros a un hotel!-gritó uno de ellos.
-No hace falta, Jeren- contestó ella de nuevo con una sonrisa observándome.
¿Cómo coño lo hacía para saberse todos los nombres si era nueva? La miré interrogante mientras ella reía caminando hasta la radio.
-Haremos un pequeño cambio...-murmuró mientras cambiaba el CD y comenzaba a sonar otra canción-. Todos por parejas, yo las elegiré.
Comenzó a caminar por la sala asignando a todos a un compañero. A todos, menos  mí.
-Vick-murmuró con una sonrisa malvada.
-¿Si, querida profesora?-susurré mirándola mientras hacía una reverencia hacia ella haciendo que todos se echaran a reír.
-Tú te vienes conmigo-contestó antes de que comenzara a sonar otra canción.


Silene comenzó a moverse a mi alrededor, moviendo sus caderas, sin dejar de mirarme en ningún solo segundo mientras la música sonaba de fondo. Parecía una indirecta muy directa...
"Hey, get your back off the wall, don´t you get confortable looking so hot I think that I mihght fall"
Siguió bailando conmigo, nuestros ojos no se separaban de nosotros. Estábamos totalmente pegados mientras los demás nos observaban estupefactos.
Pero en ese instante, mientras ambos bailábamos, no me importó toda esa gente que nos observaba mientras nos movíamos al ritmo de la música."Just what I want so when we move you move" Era como si todo estuviese planeado y ensayado miles de veces hasta llegar a la perfección. Nos movíamos a la vez, completamente compaginados. Sonreí mientras ella susurraba de nuevo el estribillo de la canción, haciendo que yo me pegara más a su cuerpo.
-Looking so hot- susurró en mi oído antes de seguir bailando hasta finalizar la canción.
Nos paramos jadeando por el cansancio y nos miramos directamente a los ojos antes de que una sonrisa se formara en nuestros labios.
-Bien hecho, Vick-susurró Silene guiñándome un ojo.
-Lo mismo digo, Silene-contesté son dejar de mirarla con una sonrisa, escuchando los aplausos de los demás de fondo.

domingo, 20 de octubre de 2013

Capítulo 15. Te quiero.

Kiara.
Nuestros ojos se conectaron al momento, mirándonos fijamente como si no existiese nadie mas que nosotros dos en ese mismo instante, gris con verde, sin apartar la mirada en ningún solo momento el uno del otro, a centímetros de distancia.
Sabía que con solo moverme un poco nuestros labios chocarían fundiéndose en un beso, pero no estaba segura de hacerlo.
Aquel chico me gustaba de verdad, sentían algo por él que nunca había sentido con nadie anteriormente. Era como si cada vez que lo mirara no pudiese evitar sonreírle tontamente, de observar a esos hermosos ojos verdes que brillaban en la oscuridad, iluminándome, llenándome de vitalidad y luz, guiándome en todo momento por el buen camino. Era difícil explicar lo que sentía por ese chico con palabras, no podía definirlo. Era...como mágico e inexplicable.
Cada vez que su piel rozaba la mía conseguía ponerme los pelos de punta, con solo escuchar su voz tan hermosa sentía escalofríos por todo mi cuerpo....inexplicable. No había palabras para describirlo.
Me sentía bien a su lado, querida, sabía que podía confiar en él en cualquier momento, que podía contarle cualquier cosa y Yulem me escucharía atentamente.  Era mi ángel de la guardia que me cuidaba en todo momento, alguien demasiado importante en mi vida como para dejarlo ir.
Sus ojos verdes me observaban en todo momento mientras las mariposas crecían en mi estómago hasta formar un zoo. Entonces ahí fue cuando me di cuenta de que no solo quería a Yulem como un amigo, aquello que sentía no era simple atracción física. Me gustaba, incluso se podría decir que lo quería...aunque eso era palabras mayores.
Pensé en qué sentiría él por mí. No sabía que era, pero algo existía, si no, se habría apartado...supongo.
Estaba confusa, demasiado. Miles de sentimientos me rodeaban y no sabía si hacerle caso a mi mente, que me ordenaba apartarme de aquel chico para no salir sufriendo, o mi corazón, que quería que me quedase con él, que terminase esos centímetros que nos separaban y juntara nuestros labios, que me pedía a gritos estar el resto de mi vida con él.
No sabía que decidir, pero al parecer Yulem si, porque de un momento a otro me encontraba besándolo, con nuestros labios moviéndose al compás de una melodía imaginaria, como si lo hiciesen diariamente. Era un beso lleno de dulzura, cariño, pero sobre todo de amor. Algo que me dejó decidir de una vez que, aunque saliese mal parada de aquella aventura a su lado, no iba a dejarla pasar.
Porque Yulem me gustaba, porque él era alguien muy importante para mí, porque él era la razón de mi vivir, porque él era a quien quería de verdad, de quien estaba....enamorada.
Nos aparatamos levemente para poder coger aire a nuestros pulmones, jadeando por nuestro beso. Abrí los ojos para toparme con los suyos, verdes, mirándome fijamente, con un brillo que nunca antes había visto.
Yulem sonreía de oreja a oreja mirándome, mientras reía de pura felicidad. Sonreí agachando la cabeza hasta que su mano se posó en mi mentón levantándolo para mirarnos de nuevo, volviendo a formar esa conexión donde hablábamos sin palabras. Algo muy difícil de entender, pero demasiado fácil entre nosotros dos, como si tuviésemos nuestro propio idioma.
-Te quiero, Kiara-susurró antes de juntar nuestros labios de nuevo en otro beso lleno de dulzura y, sobre todo, lleno de amor.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Capítulo 14. Estábamos a tan solo unos centímetros.

Yulem

Las semanas pasaban lentamente y todo seguía igual. O casi todo.
Habíamos entrado en el bosque varias veces sin mucho resultado. Siempre era lo mismo, nunca encontrábamos nada que nos indicara que la flor estaba cerca.
Mi hermano se había apuntado a unas clases de baile en una academia cerca de casa. Era algo bastante raro,  pues él era muy malo bailando y no le gustaba, pero aún así iba casi todos los días a las clases. Su buen humor aumentaba cada vez más y no sabía por qué, aunque no quería entrometerme en su vida.
Ahora, un viernes por la tarde habíamos decidido no salir al bosque, asi que yo me encontraba tumbado en el sofá del salón sin mucho que hacer.
Vick apareció saltando las escaleras de dos en dos con una sonrisa de oreja a oreja, con su mochila agarrada a su mano.
-¡Me vooy!-gritó entusiasmado corriendo hacia la puerta.
-¡Quieto ahí!- le dije, haciendo que éste se parase y se girase para mirarme.
-¿Qué?-preguntó confundido.
-Vick, ¿qué es lo que te ocurre?
-¿A mi?- frunció el ceño-. Nada, estoy normaaal-dijo alargando la "a".
-¿Normal?-pregunté incrédulo, levantándome y señalándolo con mi dedo índice-. Tú no estás normal.
-No me pasa nada, de verdaaad-dijo él como si lo estuviese cansando.
-Estás muy alegre, saltas y bailas por todos lados. ¡Tú nunca has hecho eso!
-Y dale...-farfulló-. Que no me pasa nada. Solo estoy feliz, ¿vale? Además, me gusta este lugar, este mundo. Es tranquilo, y tengo libertad para hacer lo que quiera. Me gusta-añadió encogiéndose de hombros.
-Já. Tú estas...¡Enamorado!-exclamé-. ¡Sí!
-¿¡PERO QUÉ DICES?!-chilló con los ojos muy abiertos-. ¿¡Estás loco?!-gritó antes de golpearme en la cabeza.
-¡Auch! ¡Que si! ¡Que si!-insistí-.¡Tú estás enamorado! ¡Por eso los saltitos, los bailecitos y todo eso! ¿Quién es la afortunada, eh, eh? ¿Quién?
-¡Que no me gusta nadie!-gritó comenzando a sonrojarse-. ¡Nadie!
-¡Mírate!-contesté ignorándolo- ¡Si hasta estas rojo! ¡Rojo!
-¡No estoy rojo!-protestó-. ¡Me voy!-gritó antes de, literalmente, correr hasta la puerta.
-¡No te salvaras de esta tan fácilmente!-grité antes de escuchar el ruido de la puerta, indicando que él se habia ido.
Negué con la cabeza divertido antes de dejarme caer en el sofá, clavándome algo en la espalda.
Hice una mueca agarrando eso que me había provocado el dolor en mi espalda.
-Maldito móvil-refunfuñé antes de dejarlo en la mesita.
Entonces fue cuando se me ocurrió una idea. Quizás...si la llamaba...

-Pasa-murmuré abriéndole la puerta.
-Gracias...-susurró ella, tímida, agachando la cabeza.
Sonreí ternamente viendo como ella intentaba esconderse tras su pelo.
-Ven-dije, y agarré su mano tirando de ella.
Kiara sonrió antes de seguirme, caminando detrás de mi.
-El jardín está por ahi-señalé hacia la puerta de cristal-. Ahora mismo voy, tengo que cambiarme.
-Claro-aceptó soltando mi mano y caminando hacia la parte trasera de la casa.
Sonreí al verla y subí los escalones hasta llegar a mi habitación, donde rápidamente cambié mi ropa por un bañador largo negro, que casi me llegaba a las rodillas. Agarré una toalla de playa y salté las escaleras de vuelta al salón, abriendo la puerta y saliendo al jardín.
Observé a Kiara tumbada en su toalla boca arriba, con los ojos cerrados. Llevaba puesto un bikini amarillo con rallas blancas que favorecía a su pequeña figura, mostrando sus curvas.
-Hola-susurré dejando mi toalla a su lado.
-Hola-contestó ella abriendo los ojos.
Definitivamente, ella era preciosa.
De su bolsa sacó la crema para el sol, comenzando a hecharse por sus largas piernas.
-¿Me hechas?-preguntó.
-Cla...claro-tartamudeé sonrojándome, sin dejar de mirarla.
Ella sonrió tímidamente antes de girarse boca abajo, dejando a la vista su espalda.
Comencé a hecharle crema, estendiéndola mientras ella dejaba caer su cabeza sobre sus brazos, cerrando los ojos.
-Esto es muy relajante-murmuró.
Me reí sin dejar de estender la crema.
-¿Crees que podría ser masajista?-pregunté con una sonrisa.
-Claro. Eso sí, a mí me harías un descuento, ¿verdad?-preguntó abriendo los ojos para mirarme.
-Claro-contesté riendo.
Ella se acomodó y yo seguí hechando crema por toda la espalda hasta, al fin, finalizar.
-Ya está-susurré acercándome a ella, con mi boca rozando su oído.
-Gracias-susurró girándose hasta quedar completamente pegados.
-Ahora te toca a ti-murmuré antes de tumbarme.
-Por supuesto-contestó ella, sentándose encima de mí.
Me reí mientras ella cojía el bote, abriéndolo y hechando crema en su mano, para después ponerla en mi espalda.
-¡Está fria!-protesté.
-Quejica...-murmuró ella somriendo.
Kiara comenzó a pasar sus manos por mis hombros, mientras yo cerraba los ojos, disfrutando. Sus dedos masajearon mis músculos, relajándolos, bajando cada vez más, hasta llegar al borde de mi bañador, donde volvió a subir.
-Me voy a quedar dormido-murmuré ante tanta relajación.
-Como quieras-susurró ella-. Puedes dormir.
Sonreí mientras Kiara acababa, bajándose y sentándose en su toalla.
-Gracias-susurré girando mi cabeza para verla.
Ella sonrió tímidamente.
-De nada-dijo, con su dulce sonrisa.
-Eras muy linda-dije, pensando en alto.
Cuando me dí cuenta de que lo había dicho en alto, abrí mucho los ojos son poder creémelo y, inconscientemente, pasé una mano por mis rizos. Era algo que hacía cuando estaba nervioso, una de mis muchas manías.
Ella se sonrojó y rió, mirando hacia otro lado mientras yo agachaba la cabeza, rojo.
-Gracias-susurró con una sonrisa, volviendo a mirarme a los ojos, dejándome sin habla. Sus ojos grises...en verdad me tenían hipnotizado.
-Em...-balbuceé sin dejar de mirarla-. ¿Vamos al agua?-pregunté.
-No, gracias. Yo iré después, ve tú.
-Venga, ¡por favor! Si estoy yo solo no es tan divertido, ¿por favor?-murmuré, mirándola fijamente.
-Oh no, no, no, no, no. Tu carita de corderito degollado no funciona conmigo. ¡No me mires asi!-protestó, aunque no le hice mucho caso.
-Por faaaa- susurré como un niño pequeño, poniendo morritos.
-¡No!-exclamó ella.
-¡Pues yo digo que sí!-contradecí levantándola y llevándola en brazos.
-¡No! ¡YULEM!-chilló intentando bajarse.
-Cuando Yulem quiere algo-recité-lo consigue. Lo siento, preciosa-añadí saltando al agua.
Cuando ésta impactó contra nosotros, solté a Kiara y abrí los ojos debajo del agua, viendo como ella se impulsaba para salir a la superficie antes que yo.
-¡ERES UN GILIPOLLAS!-gritó acercándose rápidamente hacia mí, comenzando a golpear mi pecho con sus puños.
-¡Oye, oye! ¡Pero no me pegues! ¡Lo siento, no pensé que te pondrías así!
Agarré sus muñecas haciendo que parase de golpearme, pero no la solté, sino que la acerqué más a mí.
-Lo siento-susurré serio-. Perdóname, por favor. No quiero estar mal contigo.
-Suéltame-gruñó ella forcejeando para soltarse.
-No, no te voy a soltar hasta que me perdones.
Ella suspiró pesadamente.
-No pasa nada, en realidad no tendría que haber reaccionado así...Lo siento. Pero no lo vuelvas a hacer, me asustaste. No sé nadar, idiota.
-Yo también lo siento-susurré abrazándola con una sonrisa-. Debería de haberte hecho caso. ¿Me perdonas?-pregunté poniendo morritos.
Ella sonrió tiernamente.
-Claro que te perdono, bobo-murmuró acercándose a mí hasta besar mi mejilla, haciendo que un escalofrío recorriera mi cuerpo, sintiendo como mis mejillas se volvían de color rojo, al igual que las de ella.
-Ahora vamos a hacer que aprendas a nadar-murmuré sonriendo, sin soltar sus manos.
-¡No!-protestó ella.
-Tranquila, vamos-dije y comencé a arrastrarla hasta el lugar mas hondo de la piscina.
-¡Yulem!-gritó mirándome con terror-. ¡Aquí no doy pie!
-Lo sé, pero tranquila, te estoy sujetando, ¿recuerdas?-susurré.
-No me sueltes, por favor-murmuró ella.
-No te voy a soltar, pequeña. Tú solo relájate, puedes hacerlo.
Kiara se acercó más a mí impulsándose con sus manos hasta estar casi pegados, posando sus manos en mis hombros.
-Tengo miedo-susurró mirándome.
-No pasa nada, Kiara. Tranquila. Estás conmigo, no voy a permitir que nada malo te pase, créeme- y lo decía en serio, no solo en la piscina. Si a ella le pasaba algo...
-¿De verdad?-preguntó sin apartar sus ojos grises de mi, esos que me volvían loco.
-De verdad-prometí en un susurro, acercándome más a ella y pasando mis manos hasta dejarlas en su cintura.
Nos miramos fijamente a los ojos sin apartarnos ni un centímetro. Estábamos tan cerca que si me movía un milímetro nuestras frentes chocarían y estaría demasiado próximo de sus labios.
Tragué saliva mientras mis dedos hacían pequeños círculos en su cintura. Ella pasó sus brazos por mi cuello, acariciando mis rizos mojados.
-Me gustan tus rizos, Yulem-murmuró-. Son muy lindos.
Sonreí sin poder contestarla, relajándome ante su contacto.
Cada vez estábamos más y más cerca. Con solo un movimiento nuestros labios chocarían, y quería dar ese paso. Estábamos a tan solo unos centímetros...

viernes, 11 de octubre de 2013

Capítulo 13. Vecinos.

Silene.

Me senté en la cama, con las piernas cruzadas sobre las mantas, recordando la canción de Derek sobre Amy.
Cada vez me daba cuenta de lo buena persona que era él. Tan cariñoso, amable y dulcemente tierno, divertido y simpático. Sonreí al recordar el entusiasmo de su madre. Ella era una dulzura de mujer, muy atenta y tan cariñosa como su hijo. Era divertida, una de esas madres que perfectamente podian ser las mejores amigas de sus hijas.
Cerré los ojos tumbándome, pensando que con mi madre había sido todo lo contrario.
Con ella era todo entrenar, practicar y más entrenar. Nunca se comportó como una verdadera madre, nunca me preguntó si necesitaba hablar de algo, nunca me abrazó, o simplemente nunca habló conmigo nada más que del entrenamiento, porque en el mundo Oscurix todo era frío, oscuro y sin sentimientos aparte del odio y rencor. Y yo, como su hija, tenía que dar lo mejor de mí para no avergonzar a una de las más importantes guerreras del mundo, por lo que siempre estaba esforzándome hasta el límite, intentando que mi madre se sintiese orgullosa de mí.
Porque eso era lo que más me importaba. Yo estaba trabajando duro por ella, para que sintiese orgullo de su hija, y no asco, o vergüenza. Para mí era lo único que imortaba, pues ella siempre me criticaba, y yo quería que en verdad estuviese orgullosa de su hija. Y si para eso era necesario llegar hasta el punto de matar....
Suspiré pesadamente mientras intentaba olvidarme de ese mundo del que cada vez me sentía menos identificada.
Para cualquier otra persona de Oscurix, que lo eligieran para una misión tan importante como esta, sería un orgullo y estarían encantados de estar en mi puesto, pero para mí no.
Había comenzado a sentirme más humana, identificada con este mundo. Le había cojido incluso cariño al lugar, a las personas.
En Oscurix, yo me sentía fuera de lugar, excuída, una rarita, como si fuese de otro mundo. Pensaba que yo no estaba hecha para eso, pero aún así me callaba y seguía esforzándome.
Fue una melodía la que me sacó de mis pensamientos, haciendo que girara mi cabeza en busca del lugar de donde provenía.
Cuando observé por la ventana, comencé a reir a carcajadas mientras observaba a Vick.
Éste se encontraba saltando en su habitación, con la música a todo volumen. Era gracioso verlo, con su pelo rubio desordenado que se movía de un lado a otro, como su cabeza, al rito de la música, mientras él movía sus brazos y su cuerpo, intentando bailar, aunque estaba claro que eso no era lo suyo.
-Está loco-susurré para mí misma, sonriendo y viéndolo, mientras negaba con la cabeza, divertida-. Como una cabra-añadí mientras él seguía con su baile.
Cojí un papel de una libreta, y con mi bolígrafo verde escribí una nota.
Después, abrí mi ventana y la lancé, haciendo que con la ayuda del viento el papelito callese en el suelo de Vick.
Este, dos minutos después, mientras bailaba, se dio cuenta de la nota que reposaba en el suelo. Con el ceño fruncido la cojió, leyéndola.
"Debes mejorar tus pasos de baile, Vick. Y, por favor, baja el volumen de tu música.
Tu vecina, Silene"
Su rostro comenzó a cojer un tono rojizo cuando se dió la vuelta, mirándome, mientras yo lo saludaba con la mano, sonriéndole apollada en el alféizar de la ventana.
-Mierda-lo escuché murmurar antes de correr hacia el reproductor de música apagándolo.
-Veo que al fin te diste cuenta, querido vecino-saludé entre carcajadas.
Él enroceció aún mas, agachando la cabeza y murmurando cosas que no pude escuchar.
-Oye, ¿que te pasa en la cara?-pregunté bromeando-. Creo que tienes algo rojo justo...¡por toda ella!
-Ya te vale, Silene-murmuró él tan rojo como un tomate.
-Lo siento, lo siento-contesté aguantando la risa-. Pero es que tus intentos de bailar son muy graciosos.
Él aguantó una pequeña sonrisa mientras cerraba la ventana después de murmurar un "como si yo no oyese tus ronquidos".
-¡Oye!-protesté-. ¡Yo no ronco!
Vick,después de unos minutos en los cuales desapareció de mi vista, abrió la ventana enseñando unos pequeños tapones entre sus manos.
-¿Sabes para qué es esto?-dijo sonriendo burlonamente-. Para poder dormir sin escucharte.
Yo abrí la boca de par en par, sorprendida por la audacia de ese chico y su manera de burlarse de mí, sin tenerme miedo.
-Eres un cabrón-murmuré sonriendo antes de cerrar la ventana-. Ah, por cierto. Cerca de aquí hay una escuela de baile, apúntante, quizás puedas mejorar un poquito-contraataqué.
-Lo haré-contestó él con indiferencia-. Y tú ve a un médico, tus ronquidos no son algo normal- añadió cerrando su ventana.

Cojí un paquete de palomitas del armario, metiéndolo en el microondas para quentarlo. Mientras, busqué en la televisión alguna película para poder ver.
Estaba aburrida, y habían pasado horas desde el encuentro con Vick. El cielo era ahora completamente negro, con sus estrellas y la luna. No tenía sueño, por lo que había decidido buscar una película en la televisión, para verla mientras me atiborraba a palomitas.
No era muy divertido, pero lo suficiente como para no aburrirme.
Cuando el microondas pitó, me levanté del sofa donde me había sentado mientras buscaba entre los canales, para volver a la cocina, donde cojí el paquete y vacié el contenido en un recipiente. Después caminé de vuelta al salon donde me senté de nuevo en el sofá, mientras probaba las sabrosas palomitas y reeprendía mi búsqueda en la televisión.
Cuando me cansé de buscar sin que mi búsqueda diese resultado, dejé en una canal para niños pequeños, viendo como comenzaba "Bob Esponja".
Entretenida, dejé en ese programa viéndolo mientras me zampaba las palomitas.
Después de aproximadamente una hora viendo la televisión, media adormilada, subí las escaleras hasta llegar a mi habitación, donde cojí mi pijama y entré en el baño para ponérmelo.
Cuando salí, observé una notita en el suelo, al lado de mi ventana.
La abrí sonriendo, sabiendo perfectamente a quien pertenecía.
"Querida vecina, procura no roncar mucho esta noche, por favor.
Saludos, tu vecino Vick"
-Será cabrón el tío-susurré mientras veía por la ventana, observando como entraba en su habitación con una sonrisa de ojera a oreja.
-He perdido uno de los tapones, por eso-dijo él.
-¿Fuiste a apuntarte a clases?-pregunté.
-No, hoy estaba cerrado-contestó él-. Pero tranquila, iré mañana-después me guiño un ojo antes de meterse en su cama.
Sonreí negando con la cabeza antes de meterme en mi cama, para después de media hora entre vuelta y vuelta, quedarme profundamente dormida.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Capítulo 12. Enamorada

Kiara.

-¡Vamos!-me animó Ane mientras ella bailaba- ¡Ven!
-¡No!-grité yo. El ruído de la música me impedía escucharla claramente- ¡No voy a bailar!
-Oh, ¡venga!-contestó ella con su sonrisa mientras se acercaba a mí-. ¡Nos divertiremos!
-¡Sabes que bailo de pena!-respondí viendo como ella tiraba de mi brazo.
-¡Pero qué mentirosa que eres! ¡Si bailas genial!
Acabé sonriendo. Solo ella sabía como engatusarme para acabar haciendo lo que quería. Me acerqué a Ane quien sonrió triunfal mientras yo comenzaba a bailar entre risas.
Pasamos un buen rato bailando y riendo en el salón de nuestra casa, peleándonos por las canciones que queríamos poner.
Cuando comenzó a sonar Mirrors, de Justin Timberlake, caimos rendidas en el sofá riendo.
-Y dime, Ane. ¿Qué hicisteis cuando os quedasteis solos?-cuestioné riendo mientras ella se ruborizaba.
-¡No hicimos nada! Solo hablamos. Y bueno...
-¿Qué? ¿¡Te besó?!-pregunté impaciente.
-No, no. Ya me gustaría a mí que me besase....Él me hizo sentarme en su regazo. Y, ¿sabes qué? Él es tan mono... ¡Y tan lindo! Estuvimos conociéndonos, aunque no me acuerdo mucho de lo que me contó...lo tenía tan cerca que no podía concentrarme en qué era lo que él me decía. Tiene una sonrisa preciosa. Aunque creo que se averguenza un poco por sus dientes torcidos e intenta esconderlos la mayor parte de las veces, pero su sonrisa es preciosa. Y cuando ríe...es indescriptible...Sus ojos brillan de felicidad y su voz suena por toda la habitación. Tiene una risa super ruidosa y encantadora a la vez-dijo ella con una sonrisa encantadora.
-¿Ane?-pregunté viendo como ella miraba el techo suspirando con su sonrisa de tonta enamorada.
-¿Qué?-contestó ella cuando la saqué de su mundo Vicklandia.
-¿Te estás dando cuenta de lo que te está pasando?-cuestioné mirándola fijamente con una sonrisa.
-¿Qué me pasa?-preguntó ella confusa con el ceño fruncido.
-Estas enamorada de Vick-respondí segura de mis palabras.
Ella agachó la cabeza hasta mirar el suelo sonriendo antes de levantarla de nuevo para quedar mirándome.
-¿Sabes? Tienes razón y esta vez no te lo voy a negar. Estoy enamorada de Vick.
Chillé feliz antes de abrazarla riendo fuertemente contenta al fin de que encontrase el amor.
Ella era una chica bastante tímida y a la vez preciosa. Tenía a algún chico detrás de ella, pero Ane era algo insegura con sus sentimientos y se negaba a aceptar que le gustaba alguien. Ella tenía miedo de salir mal parada, con el corazón partido en dos.
Pero algo había cambiado con Vick. Ahora era más segura y sin miedo de enamorarse. Ese chico le había dado fuerte.
-Bueno, ¿y vosotros que hiciesteis?-preguntó ella riendo cuando la solté.
-No mucho, la verdad-respondí sonriendo mientras recordaba la magnífica tarde con Yulem-. Estuvimos en el jardin, yo sentada en su regazo bajo un árbol mientras él me abrazaba-decidí no contar la parte de la nieve, aún no sabía como había ocurrido.
-Awww. ¡Pero que lindos!-respondió ella mientras yo me ruborizaba-. Te gusta, ¡ehh!
-¿Qué?-contesté yo-. No.  No no no no.
-Oh venga, ¡no lo niegues!-insistió ella.
-Ane. A mi no me gusta...solo me atrae físicamente-admití.
-Claro, claro-murmuró ella no muy convencida.
-¡De verdad! Además, ahora lo importante eres tú y Vick-respondí riendo.
-¿Crees que volveremos a verlos?-preguntó después de varios minutos en silencio.
-Bueno...no lo sé. No tenemos sus números y no saben donde vivimos...
-Kiara, yo..-susurró ella mirando al suelo.
-¿Tú que?-exigí.
-Él si tiene mi número...
-¿¡Tiene tu número?!-pregunté ilusionada.
-Si. Y Yulem el tuyo...-mascuyó.
-Espera, ¿¡QUÉ?!-chillé con los ojos abiertos como platos.
-Cuando fuistes al baño, en la peli, antes de sentarte en su regazo. Él aprovechó para pedirme tu número y claro, como sé que eres demasiado tímida como para dárselo tú....se lo dije.
-Dios mío....no sé si matarte, abrazarte, o pedirte que te cases conmigo-contesté viendo como ella reía.
Seguimos hablando y contándonos cosas todo el resto de la tarde hasta caer la noche.
Juntas preparamos algo para cenar y, después de sentaros ambas en el sofá, comenzamos a comer mientras veíamos la tele.
-Ane, son las once de la noche. Me voy a dormir, ¿vale?
-¿Eh?-murmuró ella desviando la mirada brevemente del televisor.
-Que me voy a dormir-repetí observando como ella se levantaba del sofá y dejaba su plato en la mesita.
-Buenas noches reina-murmuró abrazándome.
-Buenas noches princesa, te quiero-susurré antes de besar su mejilla y subir las escaleras hasta mi habitación.
Cuando llegué al dormitorio, busqué a mi derecha en el armario con puertas deslizantes de cristal mi pijama rojo corto y me metí en la cama, cojiendo una foto de la mesilla que estaba junto a esta.
-Buenas noches, mamá-susurré acariciando el marco de la fotografía.
En ella salía mi madre conmigo en su regazo, las dos sonriendo felices rodeadas de árboles. Era la única foto que teníamos las dos juntas en el bosque.
Sonreí tristemente antes de dejar la foto en su sitio.
Cuando estaba a punto de girarme dispuesta a dormirme, un sonido del móvil me alertó de que alguien me había mandado un mensaje.
Lo cojí rápidamente para ver de un número desconocido un mensaje que me sacó una sonrisa.
"Buenas noches, Kiara. Que duermas bien, y descansa. Yulem"
"Buenas noches, Yulem. Que descanses, y dulces sueños" contesté antes de posar el móvil en la mesilla y dormirme porfundamente con una sonrisa.

sábado, 28 de septiembre de 2013

Capítulo 11. Por ellos.

Yulem.

-Vick-lo llamé.
El bosque se alzaba imponente ante nuestros rostros, con sus altos árboles y su maleza, toda repleta de verde.
-Vamos allá-suspiró mi hermano, colocándose de nuevo la mochila mientras comenzaba a caminar hacia el bosque.
-Espera-dije antes de alcanzarlo y posar mi mano en su hombro-. Déjame ir a mi primero-añadí.
Él me observó y asintió comprendiendo que estaba en una de esas veces donde quería protegerlo de todo lo malo que le podía pasar.
Desde que nuestros padres habían muerto, yo sentí la necesidad de cuidar a mi hermano pequeño. Aunque fuese por unos minutos, el era el pequeño e indefenso Vick,y no quería que nada malo le pasase, quería protegerlo ante todo y todos porque apesar de todas nuestras peleas tontas, burlas, e idioteces, lo quería y era demasiado importante para mi como para perderlo a él también, y Vick lo comprendía perfectamente, porque yo sabía perfectamente que si él fuese el mayor, hubiese hecho lo mismo.
Me adentré en el bosque sin saber muy bien que camino tomar. La maleza era bastante espesa, impidiendo que abanzáramos a un buen ritmo, entorpeciéndonos mientras el silencio se hizo presente ante nosotros.
Caminamos un buen rato por el bosque con el sonido de nuestros pasos de fondo, mientras cada uno estaba enfrascado en sus pensamientos.
-Yulem-dijo mi hermano al cabo de un rato.
Me giré procupado por que le hubiera pasado algo malo, pero solo lo vi mirarme fijamente antes de que se abalanzara sobre mi en un abrazo.
-Gracias por cuidar de mi-susurró sin soltarme.
Respondí a su abrazo sorprendiéndome de lo que acababa de ocurrir. Hacía años que no habíamos hecho algo tan simple como abrazarnos, ni hablar sobre nuestros sentimientos y pensamientos.
-No debes de darme las gracias, Vick. Eres mi hermano, por nada del mundo permitiría que te ocurriese algo a ti también-respondí en un susurro sin separarme de él.
-Eres un gran hermano, Yulem-murmuró el separándose-. Aunque no te lo diga muy a menudo-dijo soltando una sonrisa-,eres el mejor hermano que nadie pudiese tener.
-Oh venga, no te pongas cursi ahora-bromeé mientras reía.
Vick sonrió agachando la cabeza. Al levantarla, su ronstro se veía serio y paré mi risa de golpe.
-Papá y mamá estarían orgullosos de ti-contestó mirándome a los ojos.
-Y de ti tambien, Vick. Y de ti tambien-susurré sin dejar de mirarlo a los ojos.

Vick se sentó en una de las piedras del pequeño descampado donde nos encontrábamos. Le seguí, hasta posar la mochila en el suelo y sentarme en otra piedra.
Observé a mi hermano cerrar los ojos, antes de comenzar a susurrar una melodía, que reconocí al momento. Él comenzó a cantarla, y yo le seguí.
" Llorando los niños duermen. La cuna vieja se mueve. Con la historia de los duendes de la luz.
Si el niño llora, todo se para.
Pero si el sonríe, la luz brilla.
Sólo hay que pensar que todo va a cambiar. Que la libertad está en el corazón.
Cuando un niño llora es cuando más sueños aparecen, en su interior. Sólo hay que verlos para iluminarlos.
Los niños lloran, la luna brilla, con el blanco roto de la villa.
Hay que conseguir que el niño pare, pero eso sólo, sólo puede hacerlo su madre.
Mis niños duermen con la luna, sus sueños parecen felices, ya que ninguno llora.
Mis niños sonríen para que su madre, dormir tranquila, una noche más, pueda y ella misma pueda soñar"
Terminamos la canción, ambos con los ojos cerrados recordando el momento en el que nuestra madre nos la cantaba. Ella tenía un don para eso, su voz era hermosa y ella siempre estaba cantando, o murmurando canciones.
Recordé que ella siempre nos la cantaba cuando estábamos tristes o cuando no podíamos dormir. Era una canción que me recordaba a nuestro mundo, a Lumix, a nuestra madre. Ella era una gran persona que no se merecía una muerte tan cruel. Siempre llena de alegría y cantando, era una persona que con solo verla te alegraba. Ella era nuestra madre, ahora muerta.
Me acerqué a mi hermano que sonreía tristemente. Al llegar a su lado, estiré mi brazo mirándolo y, cuando él agarró mi mano, tiré de él hasta levantarlo.
Lo abracé con fuerza, sientiendo como sus brazos me rodeaban y reposaba su cabeza en mi hombro.
Su cuerpo tembló un momento antes de sentir un escalofrío recorría el mio.
Escuché un sollozo proveniente de Vick y aferré mis brazos más fuerte sobre él.
Hechábamos de menos a nuestros padres. Ellos eran demasiado importantes para nosotros, y ahora que no estaban a nuestro lado nos hacían muchísima falta.
No éramos tan fuertes como aparentábamos. Éramos seres débiles, no podíamos aguantar mucho más así. Ellos nos hacían demasiada falta, eran muy importantes para nosotros.
Había escuchado muchos días los sollozos de mi hermano encerrado en su habitación, y siempre reprimía los impulsos  de correr hasta él y abrazarlo intentando que se calmara. No soportaba ver a mi hermano sufrir, era algo que me superaba.
Pero yo no estaba mucho mejor. No lloraba, pues tenía que ser fuerte por y para mi hermano, para poder cuidarlo.
Pero esa vez no pude aguantarlo más, y mientras una lágrima recorría mi cara, juré que vengaría la muerte de mis padres.
Por ellos, esas magníficas personas que habían dado su vida por nosotros. Por ellos, iba a seguir adelante junto a mi hermano. Solo por ellos.
-Vamos, Vick-susurré-.Tenemos que ser fuertes. Seguir adelante.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Capítulo 10. La canción.

Silene

-¡Silene!-escuché detrás de mí.
Giré mi columpio hasta ver a Derek acercarse con su tímida y bonita sonrisa. Me encantaba esa sonrisa. Era él, el Derek de verdad, sin niguna fachada tras cual esconderse.
-Hola- murmuré abrazándolo cuando llegó hasta mi.
-Me alegro de volver a verte-sonrió antes de sentarse en el otro asiento vacío.
-Este lugar es precioso, me gusta estar aquí- respondí mirándolo.
Derek sonrió asintiendo antes de alargar su mano, encontrando la mía, hasta entrelazar nuestros dedos.
Su mano se sentía cálida y suave a diferencia de la mía, que estaba conjelada. Acariciaba con su pulgar mis nudillos, sin dejar de sonreír en ningún momento. Lo observé fijamente mientras él apartó su vista hasta mirar al frente.
Apreté su mano sonriendo, sin dejar de mirarlo mientras Derek observaba el árbol.
La calma y la paz nos envolvió lentamente mientras estábamos los dos solos en ese pequeño parque, sin hacer absolutamente nada, aparte de agarrar nuestras manos.
Sorprendentemente, me di de cuenta de lo segura que me sentía al lado de Derek. Él era verdaderamente un gran chico, y me encantaba pasar tiempo con él. Era muy dulce y tierno, todo un chico perfecto, aunque tenía sus inseguridades, que hacían ver su parte donde expresaba su miedo a ser rechazado. Era como un niño pequeño con miedo de una tormenta, encerrado en su cuarto sin querer salir, escondiéndose de sus miedos e inseguridades.

-Quiero enseñarte una cosa- murmuró al poco rato. No nos habíamos movido en todo el rato que había pasado.
Él se volvió para mirarme con nerviosismo.
-Claro-acepté sin dejar de sonreírle mientras el se levantaba, sin separar nuestras manos, y se colocaba delanté de mi.
-Ven-susurró, tirando de mi mano hasta levantarme.
Caminamos los dos juntos con nuestras manos entrelazadas. Posé mi cabeza en su hombro, mientras él sonreía y con su brazo rodeó mi cuello, sin soltar nuestras manos. Levanté mi vista para verlo con su sonrisa mas sincera, sus ojos brillando de felicidad, era hermoso.
Seguimos paseando hasta llegar a una pequeña casa blanca con el tejado rojo, donde supuse que él vivía.
-Pasa-murmuró él cuando abrió la puerta.
-Gracias- contesté sonriendo mientras entraba.
Pasé a un pequeño pasillo con las paredes en blanco, con detalles en varios colores y muebles de madera bastantes bonitos.
-Mamá-dijo Derek cerrando la puerta y avanzando por la entrada-.¿Estás en casa?
-Estoy aquí- contestó una voz femenina en alguna habitación de la casa.
Él sonrió mientras agarró de nuevo mi mano tirando para que lo siguiera, hasta llegar a una cocina donde una mujer de pelo largo, liso y negro como el carbón cocinaba de espaldas a nosotros.
-Mamá...-murmuró Derek.
La mujer se giró rápidamente y sonrió al vernos. No era muy alta, sino mas pequeña que yo. Tenía los mismos ojos que su hijo y una sonrisa muy bonita.
-¡Hola!-saludó mientras se acercaba hasta nosotros y me abrazaba fuertemente-.¿Quién es esta señorita tan bonita?-preguntó sonriendo al soltarme, mientras posaba sus manos en mis hombros.
-Es mi amiga, Silene-contestó Derek mientras sonreía hacia nosotras.
-Amiga, ¿eh?-dijo mirándonos con picardía mientras yo soltaba una carcajada, dándome de cuenta de que ella pensaba que éramos pareja.
-Si, señora, solo amiga-respondí sonriéndole.
-¿Como que señora?- reprendió ella-. Nada de eso, que no soy tan vieja, llámame Dionaris, linda.
-Por supuesto, Dionaris.
Sonreí mientras vi como Derek nos miraba con ternura y cariño, como si fuésemos lo más importante para él. Y eso me conmovió, me decaté del todo el amor que Derek radiaba. Él amaba a su madre, y me quería, éramos su único apollo en esos momentos.
-¿Vamos?-preguntó cuando se dio de cuenta de que lo observaba.
-Claro-contesté con una sonrisa caminando detras de él, subiendo unas escaleras.
Pasamos por varias puertas hasta llegar a una, casi al fondo del estrecho pero largo pasillo.
-Es esta, pasa-murmuró mientras habría la puerta y se apartaba dejándome espacio para entrar.
Dentro había una habitación, con las paredes pintadas de azul eléctrico, una cama de gran tamaño justo en el medio de la habitación, sus muebles y un escritorio caoba. Lo que más me llamó eso fue su ventana, por la cual se veía el parque con el árbol y los columpios.
Seguí inspecionando el dormitorio hasta que observé una foto que me impresionó. En ella salían un niño pequeño, rondando los 5 años, agarrando la mano de un hombre con una bata de hospital, mucho más mayor que el niño, posiblemente su padre.
El pequeño era muy bonito, con su pelo negro tan largo que le tapaban parte de sus ojitos azules, aunque miraba al hombre situado a su lado, como si estuviese dándole ánimos con su radiante sonrisa.
En cambio, el hombre tenía el pelo castaño, con algunas canas, sus ojos verdes miraban la cámara con tristeza y sonreía tristemente.
-Es mi padre-susurró Derek detrás de mi-. Tres días después de hacer esa foto, él...murió.
Me giré velozmente para vez a Derek, quien miraba la foto con cariño y  tristeza gravado en sus ojos azules. Lo abracé fuerte, sin querer soltarlo nunca, mientras pensaba.
Él era un gran chico, una persona increhíblemente buena y cariñosa, amable, respetuosa, pero en cambio, la vida no le sonreía precisamente. Con sus inseguridades a ser rechazado como realmente era en el instituto, su padre fallecido y la chica que quería, que aparentemente le odia, no estaba pasando precisamente por su mejor momento. Derek no se merecía para nada eso, era una gran persona.

-Venga, inténtalo-me animó Derek.
-No, no. Quiero que toques tú de nuevo, la guitarra no es lo mio-contesté.
-Venga, anda. Yo ya toqué varias canciones, ahora te toca a tí- suplicó él estendiendo su guitarra mientras hacía un puchero.
Habían pasado unas cuantas horas desde que había llegado a su casa. Él tenía su guitarra aquí. Según me había contado, tenía dos. Una la guardada en el instituto, y esta, que tenía en casa para practicar.
-Bueno, vale. Pero yo no sé como es esto-respondí cediendo ante su sonrisa, mientras él reía y me pasaba su guitarra.
-Te enseño, no te preocupes-dijo mientras se acercaba a mí.
-Es bonita-comenté mientras miraba la guitarra.
Estaba pintada de un blanco impecable, sin ningun rallazo o golpe visible. Tenía unas letras escritas en negro, en una esquina de la guitarra.
"Para que te acuerdes de mí" ponía. Y debajo, una firma con el nombre de Amy.
Volteé la cabeza para ver a Derek, que estaba a mi lado mirándome con una sonrisa triste.
-¿Te la regaló ella?-murmuré mirando sus ojos azules.
-Fue mi regalo de cumpleaños, esta guitarra es muy especial para mi-susurró mirándola, mientras pasaba su mano hasta posarla sobe la firma de ella, su brazo rodeando mi lado izquierdo.
-Eso es muy bonito-respondí mirando su mano acariciando la guitarra.
-Si...supongo..
-Bueno, ¿me enseñas a tocar?-pregunté sonriéndole, haciendo que su cara se iluminara de felicidad antes de ponerme en sus piernas, con mi espalda chocando contra su pecho.
Sus manos agarraron la mía, con nuestros dedos rozándose.
Él los guió hasta comenzar una bonita melodía, que a la vez la tocaba yo.
Sentí su aliento chocar con mi oreja, antes de escucharlo susurrar la letra de la canción, una canción donde expresaba todo sus sentimientos hacia aquella chica que había perdido.

"Llorar no vale la pena, pero si lo tengo que hacer por ti lo haré. 
Una amistad como el cielo, así te quiero, pero no te tengo...
Es triste imaginar, que antes tenía una posibilidad. 
Ahora sólo me queda la esperanza de que vuelvas a mi lado para caminar..."

domingo, 1 de septiembre de 2013

Capítulo 9. Xavier.

Kiara.

-Yo apuesto a que acabarán juntos-escuché la débil voz de Vick susurrándole al oído a Ane, quien se giró para vernos y sonrió.
-Mira quien fue a hablar, listillo- respondió Yulem sin dejar de abrazarme, sonriendo a pesar de todo.
-Já, pero no dijiste lo contrario-sonrió Vikc, triunfante.
Noté como la mano de Yulem, que anteriormente acariciaba mi espalda se paraba de golpe y como se ponía tenso, pero después de unos segundos, la mano volvió a acariciarme y él se calmó.
-Tú tampoco-contestó Yulem.
Los dos se quedaron en silencio y volvieron su vista a la película que tanto me aterrorizaba.
-¿Siempre sois así?- susurré contra el pecho de él, sin moverme.
-Gran mayoría de las veces-contestó Yulem.
-Pues no deberíais. Tendrías que llevaros mejor. Imagina que algo le pasara a tu hermano mañana...-contesté estremeciéndome al recordar a Xavier.
-Oye, ¿estás bien?-preguntó él, su voz teñida de preocupación.
-Si, solo es que tengo un poco de frío...-respondí sonriendo débilmente para que no se preocupara.
Él me miró extraño, sabiendo que estaba ocultando algo, pero no preguntó mas, cosa que agradecí mucho.  En cambio, solo me pegó más a él, haciendo que me sentara encima de sus piernas, de lado. Me acurruqué mejor contra Yulem y cerré los ojos, comenzando a recordar aquel día tan desastroso...

Caminaba con mis padres por una calle desierta, de vuelta a casa después de un bonito día en la feria. Llevaba fuertemente agarrada la mano de mi hermano pequeño, Xavier, que saltaba y caminaba con una sonrisa hablando sobre el magnífico día que habíamos tenido.
Seguimos caminando, hablando de todo lo que habíamos hecho todos juntos, como una familia normal, pero en un momento dado, unas sombras pasaron al lado nuestra y las luces que nos rodeaban se apagaron de golpe.
Mis padres dejaron de sonreir de golpe, se pusieron tensos y nos rodearon, intentando salvarnos de aquellas personas, y entonces lo comprendí: venían a atraparnos.
Xavier se acurrucó contra mí, mirando la escena con miedo, sin soltarme en nigún momento.
-Kiara-susurró mi madre que estaba delante mía-. Cuando te diga, saldrás corriendo con tu hermano, no mires atrás, solo corre.
-¡No!-respondí con el mismo tono-. No voy a dejaros a vosotros aqui. Podemos luchar...
-Kiara, no. No insistas. Son demasiados. Coje a tu hermano y corre, no importa lo que nos pase. Tú solo sálvate-siseó mi madre.
-Pero no puedo dejaros, sois mis padres...
-Te amo, pequeña. Pero por favor, haznos caso, sálvate-ella me sonrió debilmente-. Cuando te diga, tú corre.
Yo asentí, sabía que no había otro remedio. A pesar de no querer separarme de mis padres, cojí a mi hermano y le sonreí, intentando calmarlos.
-Xavier-susurré mirándolo-. Vamos a hacer una cosa. Tenemos que correr, mucho, ¿vale? No te preocupes, no va a pasar nada. Tú no te sueltes de mi mano y corre-él solo asintió.
Me volví hacia mi padre y vi como él asentía y susurraba un "Os amo". Supe que ellos no tenían la esperanza de volver a vernos. Respondí a mi padre de la misma manera y vi a mi madre mirarnos fijamente.
-Preparada, ¿cariño?-preguntó.
Yo asentí, viendo como mi madre me miraba con ternura, con dulzura antes de volver la vista hacia las sombras.
-¡CORRE!-gritó e hice lo que dijo.
Agarré fuertemente la mano de mi hermano y comenzamos a correr sin mirar atrás, como habían dicho.
Después, noté como Xavier comenzaba a cansarse y paré unos segundos para levantarlo y llevarlo a caballito, comenzando a correr de nuevo.
Iba mas lento, pues me costaba andar llevando el peso de un niño de 9 años a mi espalda, pero no iba a dejar a mi hermano también.
Escojí una pequeña calle del lugar, donde había varias cajas en las que nos pudimos esconder, para descansar un poco.
-Kiara...-susurró mi hermano.
-Dime, pequeño-contesté mientras cojia las cajas y las situaba delante nuestra, intentando que nos ocultara.
-Debes irte..-respondió mirándome.
-¿Qué?- contesté parando y girándome para verlo sentado entre las cajas.
Caí de rodillas delante de él y lo miré fijamente.
-Tienes que irte, Kiara. Sálvate.  No puedes llevarnos a los dos, yo no puedo correr tanto como tú, y lo único que hago es que vallas mas lento. Asi nos pillarán. Tienes que irte tu sola, por favor-suplicó.
-¡No! No voy a dejarte a ti tambien, no por favor. No puedo abandonarte a ti tambien, no quiero-respondí.
Él se acercó a mi y sonrió tristemente, pasando su mano por mi mejilla.
-Tiene que ser asi, Kiara-murmuró.
-No, no quiero, no puedo perderos a todos...-una lágrima recorrió mi cara, comencé a sollozar.
Xavier me abrazó fuertemente mientras me susurraba cuanto me quería.
-Te amo, Kiara. Sobrevive por nosotros. No dejes que te atrapen, por favor-rogó.
-Por tí-le prometí-. Sobreviviré por ti, y por papá y mamá. Si los vuelves a ver, dile que los amo, incluído tú, pequeño- mi voz sonó rota, no quería dejarlo a él tambien.
Xavier asintió y una lágrima se deslizó sobre su mejilla. Puse mi mano en ella y la recorrí limpiando esa lágrima.
-Te amo- murmuré sin apartar la vista de sus ojos.
-Te amo-contestó, mientras los dos llorábamos.
Me acerqué mas a él hasta rozar nuestras narices, besando la suya. Desvié mi cara hacia un lado hasta encontrar su mejilla, que también besé.
-Te sacaré de alli algún día, te lo prometo-susurré.
-Confío en ti, hermanita
-Te amo, Xavier.
-Y yo a ti, Kiara-contestó.
Los pasos se escuchaban cada vez mas cerca. Xavier apartó una caja para poder pasar, dándose la vuelta. Giró su cabeza para verme por última vez, él sonreía triste mientras las lágrimas se deslizaban por nuestras mejillas. Despues, se giró de nuevo y pasó por el hueco. Escuché a los hombres gritarle y me estremecí, pero me preparé para correr. Mi hermano se había sacrificado por mi, y no iba a dejar que me pillasen.

-Oye, ¿por qué lloras?-me preguntó Yulem.
Estaba tan inmersa en mis recuerdos, que no me había acordado de que estaba con Yulem y, menos aún, de que estaba llorando.
-Nada, nada-contesté rapidamente.
-Nadie llora por nada, princesa-susurró abrazándome.
-Estoy bien, de verdad. Solo...necesito tomar el aire-respondí levantándome y buscando la salida.
-Espera, que te acompaño-se levantó apresuradamente mientras que Ane y Vick pararon la película.
-¿Estas bien?-preguntó Ane peocupada.
-Solo...un recuerdo-susurré.
-¿Quieres irte?-cuestionó dispuesta a levantarse.
-No, no-contesté rapidamente-. Solo necesito salir de aqui, respirar aire fresco, Yulem me acompaña-añadí, con intenciones de dejarlos a los dos solos.
Yulem agarró mi mano y se encaminó por varios pasillos hasta llegar a una puerta, que conducía a su jardín. Salí fuera y cerré los ojos momentaneamente. Los brazos de Yulem me rodearon desde la espalda, posando su cabeza en mi hombro. Cuando los abrí, inspeccioné el jardín, y me di de cuenta de que se parecía mucho al de la casa donde había vivido con mis padre y mi hermano pequeño.
Recordé a Xavier en la piscina, jugando conmigo y mis padres, todos juntos riendo y pasándolo bien, en un bonito día de verano.
Las lágrimas aparecieron de nuevo mientras miraba aquel jardín y recordaba momentos con mi familia que, seguramente, no se volverían a repetir.
Quien sabe, ellos podían estar...muertos, o no. Quizas...los tuvieran encerrados y no los quisiesen matar, sino castigarlos por haber escapado de ese mundo que ahora mismo, odiaba con toda mi alma.  Ellos me habian arrevatado a mi madre, a mi padre, a mi hermano, mi única familia.
-Kiara-susurró Yulem situándose delante de mi-¿Que ocurre?-murmuró mirando como lloraba.
Me fijé en su cara, sus ojos verdes como esmeraldas mirándome fijamente, preocupados por mi.
Su mano se posó suavemente en mi mejilla, acariciándola y llevándose mis lágrimas, como si asi puediera llevarse mi pena y mi tristeza.
-No llores, por favor-suplicó acercándose más a mi-por favor-rogó.
Nuestras frentes chocaron y cerré los ojos mientras sentía su otra mano posarse en mi espalda, acariciando mi pelo hasta llegar a mi cintura, donde esta volvía de nuevo a mi pelo.
-No puedo verte llorar, por favor-susurró.
Sentí como algo frío chocaba contra nosotros y abrí los ojos, mirando hacia arriba, para ver pequeños copos de nieve caer sobre nosotros. No había nubes, el sol se alzaba en el cielo azul, pero los copos descendían como por arte de...magia.
Volví a mirarlo a él, que seguía mirando al cielo sonriendo. Después de darse de cuenta de que lo observaba, bajó su mirada hasta clavarse con la mía.
Un pequeño copo blanco se posó en su nariz, y sonreí levemente mientras levantaba mi mano para limpiarlo.
-Así es mejor-susurró mirándome con una tierna sonrisa-. Ven.
Yulem agarró mi mano y caminamos hasta llegar a un árbol. Se sentó bajo él y me observó, sus ojos brillando, mientras daba dos palmadas en sus piernas, para que me sentara en ellas, y así lo hice.
Él me rodeó con sus brazos mientras yo posé mi cabeza en su pecho, cerrando los ojos.Yulem dejó caer su cabeza sobre la mía y sonreí.
Nos quedamos así, en silencio, mientras él acariciaba mi brazo y yo escuchaba los latidos de su corazón, que me tranquilizaban como volviese a ser un bebé.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Capítulo 8. Hermanas mellizas.

Ane.

-...¡Y por eso necesito que vengas conmigo!- dijo Kiara atropelladamente, tan rápido que no pude entender nada.
-Vale, aver. Cálmate, por favor, y habla de nuevo. ¡Pero más despacio, y que se entienda!- respondí riendo-.Dime, ¿quién era el chico?-pregunté mientras caminábamos por las calles, de vuelta a nuestra casa, agarrando bolsas llenas de ropa que habíamos comprado.
-Yulem, se llama Yulem-respondió Kiara hablando más despacio, intentando calmarse.
-¿Y lo conociste de..?- dejé en el aire la pregunta, para que ella me contara.
-En la calle, ayer, tú misma lo viste. Se me calleron las llaves del bolso. Él las vió, las cojió y me las dió, y me invitó a quedar con el y le dije que si y que si podías venir tú y...-dijo cada vez mas rápido.
-Vale, vale. Calmate anda. Respira ondo y tranquilizate-la interrumpí soltando una carcajada-. Él te invitó a su casa, ¿no?
-Si, correcto. Hoy, dentro de..-murmuró levantando su mano del que colgaba su reloj-¡De media hora!-chilló mirándome con los ojos abiertos, asombrada-.¡Corre! ¡Vamos a llegar tarde!- gritó comenzando a correr, mientras yo reía y la seguía.
Llegamos a nuestra casa poco despues, jadeando del cansancio que supuso correr tres calles para llegar a la nuestra. Kiara sonrió mientras cojió las llaves del bolso y abrió la puerta.
Entramos dentro de la casa y subí corriendo las escaleras dejando las bolsas en mi cuarto y ducharme, para cambiarme e ir con ella.
En cuandto entré en la ducha y el agua recorrió mi cuerpo, noté como todos mis músculos se relajaban y suspiré alviada.
Después de al menos quince minutos, salí del baño para elegir algo que ponerme.
No tardé mucho en encontrar algo, rebusqué entre las bolsas hasta encontrar lo que buscaba.
Me puse mis pantalones vaqueros cortos junto a mis sandalias verdes y una camiseta de asas blanca con letras en verde que decían "Love Me". Después, coji mi bolso blanco y bajé las escaleras para esperar a Kiara en el salón. Pasados otros quince minutos, Kiara bajó con algo parecido a mi ropa, solo que las sandalias y letras eran en negro.
Me reí al verla con la camiseta que nos habíamos comprado iguales. Había momentos en que parecíamos como...Hermanas mellizas.

-¡Vamos!- gritó ella riendo mientras pasaba delante mía y se giraba para verme y regalarme una sonrisa, mientras su pelo le cubría la cara-.¡Llegamos tarde!
-¡Ya voy!- repliqué mientras apuraba mi paso hasta alcanzarla, entre risas.
Seguimos corriendo y riendo hasta parar frente a una bonita y espaciosa casa. Nos acercamos lentamente sonriendo hasta localizar el timbre que Kiara pulsó. Poco después, la puerta se abrió dejando ver al chico, Yulem, que nos dejó pasar con su mayor sonrisa.
-Es un placer volver a verlas, chicas- nos saludó.
Kiara sonrió y desvió la mirada hacia el suelo, sonrojándose y murmurando un "gracias" casi inaudible.
-Pasad, pasad-dijo sonriendo el chico.
Ambas entramos y pasamos delante de él, quien nos dirijía hablando detrás nuestra.
Al llegar al salón, mis ojos se desviaron rápidamente al chico que se encontraba de pie en el medio de la habitación, y su mirada se encontró con la mía. Lo observé fijamente, escaneándolo. Su pelo, sus ojos, sus rasgos casi perfectos, su cuerpo...era realemente hermoso.
Él reaccionó primero. Apartó la vista de mi para clavarla en Kiara y comenzó a caminar hacia ella.
-Es un placer conocerte, Kiara-saludó él sonriendo, abrazándola y besando sus mejillas.
-Lo mismo digo...-murmuró ella girando la cabeza, desviando su mirada, y sonrojándose levemente.
El chico le sonrió de nuevo antes de girarse hacia mi.
-Y tú debes de ser Ane, ¿verdad?- preguntó, y mi nombre era mucho mas bonito cuando él lo pronunciaba con su voz tan dulce y grave.
-Efectivamente. Soy Ane. ¿Tú eres?-pregunté esperando su repuesta.
-Vick, me llamo Vick-contestó acercándose a mi para abrazarme.
-Un bonito nombre-le susurré al odío cuando me abrazó.
-Lo mismo digo, Ane-opinó él con el mismo tono de voz que el mío.
Nos separamos y rápidamente empecé a hechar de menos sus brazos fuertes y cálidos rodeándome, su voz susurrando en mi oído, con su tono masculino tan hermoso, mi nombre en sus labios, tan carnosos y perfectos que deseaba besar... ¿Qué me estaba pasando?

Llevábamos sobre media hora de película y me encontraba sentada justo al lado de Vick quien miraba atentamente la televisión.
En ella se proyectaba la imagen de dos chicos que caminaban por una casa en la cual las cosas cercanas a ellos se rompían o se caían, asustándolos, luces se apagaban dejando todo oscuro o se escuchaban pasos y risas bastantes desagradables.
Uno de los muchachos se acercó a una puerta y dudó un momento si abrirla o no.
-No lo hagas-escuché a Yulem, que estaba en el otro sillon con Kiara al lado, un poco apretujados, avisarle al chico-. Te van a matar-volvió a advertir, como si ellos le pudieran escuchar.
Pero a pesar de los avisos de Yulem, el muchacho abrió la puerta y una trampa se activó en cuanto él cruzó esta, haciendo que una flecha impactara justo en su pecho, en el lado izquierdo, junto a su corazón.
Los gritos del otro muchacho se unieron al chillido de Kiara.
-¿Ves a esos dos?-dijo Vick pasando un brazo por el lado del respaldo, detrás de mi espalda, señalándolos.
Muy astuto, pensé, usar a los otros como excusa para rodearme con su brazo.
-Yo apuesto a que acabarán juntos-susurró en mi oído, acercándose más aún a mi.
Giré mi cabeza para ver a Kiara con la cara escondida en el pecho de Yulem quien reía y la abrazaba, y coincidí con Vick. Acabarían juntos.

sábado, 24 de agosto de 2013

Capítulo 7. Ellas.

Vick.

Estaba tumbado en el sofá de la casa. Hoy era viernes al fin y acababa de volver del instituto. Instituto....Eso me recordó a Silene, cuando pasó a mi lado y me rozó. Esa asquerosa...la odiaba, por culpa de su madre mis padres estaban muertos.
Ellos murieron cuando había una guerra entre Oscurix y Lumix y nosotros solo teníamos solo cuatro añitos de vida. Héctor fue quien nos contó todo lo sucedido hace tiempo, en esa guerra.
Aproximadamente hace unos 14 años, una tarde de primavera a pocos días de nuestro cumpleaños, comenzó un lucha entre dos mundos: Lumix y Oscurix. Nuestros padres, guerreros fieles al mundo Lumix, fueron enviados a esa guerra, la lucha que acabaría con sus vidas. No tuvieron mucho tiempo para despedirse de nosotros, todo sucedió demasiado deprisa. Pero apesar de ello, aún recuerdo perfectamente lo último que nos dijeron.
-Cuidaros, pequeñajos. Todo estará bien. Os amamos-había dicho mi madre antes de besarnos.
Esa fue la última vez que escuché su dulce voz. Tan tierna, cariñosa, amable, llena de amor...
Después de que se fueran, los días pasaron sin ninguna novedad de ellos, y mucho menos de la lucha. ¿Quién iba a decirle a dos niños de 4 años algo sobre eso? Nadie. Y así fue, hasta el día de nuestro cumpleaños.
Ese día, ambos, Yúlem y yo, estábamos sentados en un patio, jugando con la arena como dos niños normales en un día normal. Pero no era así, para nada era un día normal. Héctor apareció con una mala noticia, algo tenía que contarnos y era grave. Él nos dijo algo que cambiaría nuestras vidas para siempre, y eso era que nuestros padres habían muerto.

Yulem llegó al salón donde yo estaba tumbado. Llevaba puesto una camisa a cuadros roja y negra, con sus mejores pantalones nuevos.
-¿A donde vas tan arreglado?-pregunté mirándolo fijamente.
Él sonrió antes de contestarme.
-A ningun lado. Ellas vienen hacia aquí-contestó  con su sonrisa.
-¿Ellas? ¿Quienes son ellas?-pregunté confuso y a la vez sorprendido, pues aún no se había metido conmigo y era extraño en él.
-Son dos chicas....Kiara es mía, te aviso-me advirtió mirándome seriamente.
-Vale, vale-respondí riendo y levantando mis manos haciéndome el inocente-¿Son dos?-volví a decir.
-Si. Kiara y Ane. Estarán a punto de llegar-respondió sonriendo de nuevo.
Después, se dirigió hacia el sillón de al lado y se sentó, moviendo la pierna de arriba y abajo, nervioso, y era poco común en él.
Yo me levanté y volví a mi habitacion. Cuando llegué a ella, observé la ventana, esa ventana, para ver a Silene entrando en su dormitorio y sonriendo, tirándose a la cama, con sus alas negras desplegadas en su espalda.
Volví mi vista hacia mi armario para olvidarme de ella de una vez por todas. No podía pensar en ella, no hoy, cuando iban a venir esas dos chicas. Me cambié por una camisa negra y mis pantalones grises con pequeños cuandros negros, luciendo más formal que el chándal viejo que estaba usando anteriormente.
Volví al salón y me tumbé de nuevo en el sofá, preguntándome como serían las chicas con las que había quedado mi hermano, y como las había conocido.
-¿Cómo las conociste?- pregunté curioso viendo a mi hermano que miraba el reloj atentamente, frunciendo el ceño. Cuando se dio de cuenta de que le hablaba, levantó la vista y me contestó, contándome como las había conocido mientras sonreía como un idiota enamorado.
-¿Que vamos a hacer?- pregunté después de su explicación.
-Miraremos una película todos juntos, de miedo-contestó él sin dejar de sonreir, mirando la ventana.
Intenté preguntar algo de nuevo, pero el timbre me interrumpió.
Observé como Yulem se levantaba corriendo como una bala, sonriendo aún mas, con andares patosos nada propios de él. Bueno, menos cuando estaba nervioso.
Se escuchó la puerta abrirse antes de poder captar tres voces hablando; mi hermano y las dos chicas. Me levanté, dispuesto a ir al recibidor de la casa para conocerlas, pero no hizo falta. Ambas llegaron al salón delante de Yulem quien sonreía. Me quedé mirándolas, pero una de ellas me llamó más la antención. Era pelirroja, y sus ojos oscuros como la propia oscuridad se quedaron fijos en mi, antes de que ella sonriera y yo me quedara embobado. ¿Cómo era posible que fuese tan hermosa?